NUEVA YORK, Estados Unidos (Tomado de AP) — Uno no pensaría en David Letterman como una persona sentimental, pero ahora que está en un momento decisivo de su vida, el presentador de la TV nocturna se toma su tiempo para saborear las cosas, literalmente.
Sentado en una barra de un restaurante de comida rápida junto al Teatro Ed Sullivan, donde ha presentado por dos décadas el programa «Late Show», que ahora está cerca del final, Dave habla sobre el día en el que grabará el último programa al tiempo que sigue comentando sobre lo deliciosa que está su malteada de chocolate.
También considera que el programa que grabó ese día fue excelente, una valoración sorprendente de un astro famoso por autocriticarse. Cher apareció de sorpresa, Martin Short animó al público con su homenaje musical a Dave, y Norah Jones interpretó «Don’t Know Why» haciendo que todos se pusieran sentimentales.
«Me habría gustado que el programa de hoy fuera el último», dijo Letterman. «El programa de hoy pudo ser el último, no sé qué vamos a hacer las próximas dos semanas».
No es difícil de imaginar, o entender, la ambivalencia tan fuerte en la decisión de Dave de retirarse el 20 de mayo tras 33 años en la televisión nocturna y 22 años al frente de «Late Show» de CBS.
Pero ahora ya lo ha hecho todo. Letterman se ha forjado un lugar en la historia cultural con su marca pionera de absurdo posmoderno que atrapó a los admiradores de «Late Night» desde su llegada en 1982 y subsecuentemente fue absorbido por una Edad de la Ironía que supo navegar. Su legado fue definido desde hace mucho con una sola palabra: «Lettermanesco». Pero no hay que hablar de legados con Dave; su modestia sale rápidamente a la defensiva.
«El verdadero reconocimiento es para los guionistas», insiste. «Yo estaba haciendo su programa, en especial al principio, y después llegó un punto en el que no sabía qué hacer ni lo que querían que hiciera».
«¡Teníamos tipos que habían trabajado en (la publicación humorística universitaria) Harvard Lampoon!», dijo con una gran sonrisa. «Yo fui a la universidad en Muncie, Indiana».
Ahora se acerca al final de una temporada que rompió récords y difícilmente será igualada, que incluso supera los 30 años de Johnny Carson en «The Tonight Show».
«Por Dios, ¡han sido 6.000 programas!», reconoció. «Solía tener estas pláticas con (mi esposa) Regina: ¿Cuánto tiempo más podré hacer esto? ¿Qué tanto quiero hacerlo?».
«Pero fue tan divertido», agrega, «que estoy realmente contrariado, sé por qué no debería hacerlo más, pero estos últimos meses han sido TAN fáciles».
No es de sorprender. A medida que se acaba la cuenta regresiva el amor por Dave va en aumento. «Simplemente con que anuncies que te retiras todos los días eres el empleado del mes».
El inminente retiro de Letterman también ha hecho que los espectadores nostálgicos se acerquen para ver sus últimos programas. Nielsen anunció que «Late Show» tuvo más audiencia la semana pasada que «Tonight», por primera vez desde que Jimmy Fallon llegó a ese programa en 2014, a excepción de cuando el programa de Fallon ha sido repetido.
Letterman tuvo un promedio de 3,82 millones de espectadores cada noche la semana pasada, en comparación con los 3,09 millones de Fallon y los 2,23 millones de Jimmy Kimmel en ABC.
Todo fue muy distinto en 2009, cuando la esposa de Letterman sufrió bastante por un complot de extorsión que lo obligó a reconocer en el aire que había tenido una aventura con una empleada del programa. Letterman superó esa tormenta gracias a que lo confesó de una manera honesta y arrepentida a sus espectadores.
«Fue el peor momento de mi vida. Recuerdo pensar, `Dios, he arruinado a mi familia’, esa se volvió mi única preocupación. Y luego claro, te pueden despedir».
Pero en el medidor de crisis de Dave, al escándalo superó por mucho el bypass quíntuple que tuvieron que realizarle de emergencia en enero de 2000.
«Los cirujanos eran personas divertidas que me iban a ver y me llevaban cosas. Los médicos fueron maravillosos. No sé si alguien podría haber hecho un mejor trabajo».
Otro milagro de la ciencia es un antidepresivo que ha estado tomando en los últimos años.
«Me salvó la vida. Solía preguntarme por qué la gente no se la pasaba gritando y golpeando las paredes. Y luego comencé a tomar esto y sentí como, `¡ya veo por qué!’. Ya no golpeo las paredes ni grito tanto».
Pero ninguna medicina o elixir puede regresar el tiempo.
«No hay nada que cure tener 68 años», se lamentó Letteman, así que el 20 de mayo será la última noche.
¿Y después?
«No sé qué es lo que va a pasar», respondió, aunque sí sabe que va a pasar más tiempo con Regina y su hijo de 11 años, Harry. «Espero que todo esté bien, es mi responsabilidad que funcione. No es como una operación de corazón: `¿me podrían dar más morfina?'».
Por ahora sigue disfrutando su malteada y complacido con su trabajo.
«Si vieran lo prendido que estoy», dijo. «Es por el programa de hoy: ¡Cher, Marty Short, Norah Jones! Si el último programa es así, estaré como ahora. Espero que el último programa salga bien porque eso es lo que me llevaré conmigo. Se reflejará bien en el resto del trabajo».
Pero si no sale bien tiene claro lo que le espera: «Estaré triste por mucho tiempo».