Si Antoine Griezmann tuviera que escribir una carta de presentación, enviaría un video de esta Eurocopa.
El delantero galo marcó los dos goles para aumentar su cuenta personal a seis y clasificar a Francia a la final del torneo continental; se enfrentará el domingo a Portugal en París.
No fue sencillo para Francia que, después de unos muy buenos primeros diez minutos, fue claramente dominado por Alemania.
Pero el fútbol es así y no se trata de merecimientos, sino de hacer los goles.
Hoy los hizo Griezmann, aunque hizo tanto más que eso. Se notó desde el comienzo que estaba realmente rápido, que les estaba generando problemas a los teutones, y aparentemente era el único capaz de domar el mal estado del campo, dado que resolvía todo a un toque.
Así limpió todas las jugadas y parecía que Francia se iba a llevar puesto a Alemania, empujado por una afición ensordecedora.
Sin embargo, Alemania puso el pie en el freno, le quitó el balón a los galos y empezó a controlar el partido, lo cual nos lleva a otro de los puntos altos de Francia.
El arquero Hugo Lloris fue una pared de todo el encuentro: una atajada dificilísima a Emre Can en el primer tiempo que le picó justo antes y un tremendo cabezazo cuando el tiempo se acababa fueron las más destacadas.
Los alemanes se mueven mejor que nadie sin pelota e intercambian posiciones como por obra de magia sin perder el orden.
Todo parecía indicar que la sequía de Francia ante Alemania, a quienes no les ganaban desde el Mundial de 1958 en torneos mayores, iba a mantenerse.
Hasta que llegó otra mano fatídica más para los alemanes, que más allá de toda su solidez, cometieron dos penales terriblemente infantiles en esta copa.
Esta vez Patrice Evra saltó a cabecear y, por alguna razón que aún no comprendo, Bastian Schweinsteiger saltó con los brazos abiertos y el referí cobró penal apoyado en el juez de línea.
Penal facturado por Griezmann y así Francia se fue al entretiempo arriba 1 a 0 cuando hasta merecía ir en desventaja porque Alemania había jugado posiblemente sus mejores 30 minutos del campeonato.
El complemento no cambió mucho en su tónica, con Alemania buscando sin cesar, y Francia replegado atrás listo para lastimar de contraataque.
Realmente fue un muy buen partido de Moussa Sissoko, por quien Didier Deschamps se la jugó dejando a N´Golo Kante en el banco.
Apuesta que le funcionó porque Sissoko fue incansable por la banda y recuperó un sinfín de pelotas.
A pesar de ello, los teutones seguían llegando en masa, sólo para toparse con Lloris.
Hasta que en el minuto 72 llegó un error de Joshua Kimmich, que a la postre terminó en centro de Pogba que no pudo contener Neuer y le quedó servido a Griezmann para que sentenciara el pleito.
Porque Alemania siguió insistiendo, tuvo un travesaño de Kimmich y otra que se fue muy cerca de Gotze, pero su suerte estaba sellada; simplemente no era su noche.
Al igual que la Eurocopa de 1984 le perteneció a Michel Platini, esta es de Griezmann.
El festejo de los franceses después del partido lo dijo todo. La banca saltó instantáneamente encima de Deschamps luego del silbatazo final, y todos los jugadores bailaban, se abrazaban y sonreían con sus hinchas varios minutos después del final del encuentro.
Francia evidentemente sabe aprovechar la localía: ganó el Mundial en su casa en 1998, y ya ganó dos Eurocopas en tierra propia en 1984 y en el 2000.
Ahora va por la tercera ante Portugal, y debo decir que Francia será favorita.
No porque hoy haya desplegado su mejor fútbol, pero sí porque varias de sus individualidades más importantes están llegando a punto caramelo.
Francia dejó atrás una serie de escándalos que asecharon a su selección en años recientes, y finalmente dio vuelta la página con una generación que promete.
O mejor dicho, ya no promete sino que es una realidad.ESPN