“El que a hierro mata a hierro muere”, dice el adagio popular

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Por Humberto Salazar

Muy pocas eran las probabilidades de que el caso del prófugo de la justicia John Percival Matos terminara sin derramamiento de sangre, cuando tenemos como ejemplo la sangre fría con que disparó con un fusil dentro de Plaza Lama el pasado lunes, en contra de dos infelices que se ganan la vida honradamente sirviendo de custodias al acarreo de valores.

Por coincidencias del destino, en la noche de ayer se encontraron de nuevo los empleados de la Agencia de Envío La Esperanza, Germán Mera Mora y José de Jesús Reynoso, heridos e internos en la unidad de cuidados intensivos del Hospital Marcelino Vélez, con el cadáver del que presuntamente encabezaba la banda de delincuentes que poco faltó para que les provocara la muerte.

Las imágenes del tiroteo donde fue muerto Percival Matos son tan evidentes que necesitan muy poca explicación, este fue sorprendido dentro de una de las cabañas de un hotel de paso en plena autopista Duarte.

Intentó emprender la huída en el vehículo en que se trasladaba, esa es la razón por la que se encontraba semi desnudo, como estaba solo en ese momento, se detuvo a enfrentar a balazos a las autoridades, las que le dieron muerte en un intercambio de disparos, que puede ser visto integro en las redes sociales.

Por la personalidad de este individuo, a quien se le dieron infinitas oportunidades para que se entregara a las autoridades después del asalto y muerte de un guardián en Bella Vista Mala hace unos meses, lo único que se podía esperar era un desenlace como este.

Quizás valdría la pena usarlo de ejemplo para analizar el porqué una persona como esta, hijo de un militar de alto rango, es decir con todas las oportunidades para recibir una educación decorosa, decide en un momento determinado asumir la vía del delito y la violencia para satisfacer sus deseos de riqueza.

Percival Matos plantea en su comportamiento la típica conducta antisocial, donde los demás son los señalados culpables de todo lo que les pasa, por esto no construyen empatía alguna con las personas que los rodean, son fríos e insensibles, sin tener remordimiento por el dolor que causan.

En su trastorno de conducta se plantean internamente que son merecedores de todo, tratan de conseguirlo sin importar el daño que causen, mientras mas rápido mejor.

Todo lo que hacen es planificado e intencionado, esta es la razón por que usar un arma de guerra en contra de un civil armado con un revolver o una escopeta, cual es el caso de un pobre guardián de una compañía de transporte de valores, para este tipo de personas es un placer por el terror que causan.

Muchas veces la conducta es aprendida, es decir, la violencia se aprende, casi siempre dentro de la casa, y por esto no tienen justificación las palabras del señor Percival Peña, padre del delincuente muerto en el día de ayer, porque sobradas están las muestras de la culpabilidad de este individuo en la construcción de la personalidad de esta fiera humana.

No puede haber paz y tranquilidad, cuando usted intenta llevarse a todo el mundo por delante de palabras y de hechos, quizás Percival Matos pudiera haber tenido algún trastorno de la personalidad que lo indujera a la violencia, pero sin dudas las acciones de su padre a nivel público denotan una conducta también reprochable y con fuerte tendencia a tener delirios de grandeza y persecución, que se han manifestado en diferentes escándalos en que se ha visto envuelto en los últimos años.

Andar por la calle retando a todo el que no esté de acuerdo con usted a un duelo con un arma en las manos, insultar y buscar un enfrentamiento físico con un juez del Tribunal Superior Electoral, volar en una avioneta por el espacio restringido del Palacio Nacional y decir que debió haber cargado otras cosas que no fueran papeles, sugiriendo la posibilidad de un bombardeo a la casa de gobierno, son algunos de los extremos que han sido permitidos a Percival Peña.

Entonces el intento de hacer pasar como un héroe a quien fuera un delincuente, hablar de que fue fusilada una persona que enfrentó con un fusil de asalto a la autoridad, no se compadece con la conducta en contra de las obligatorias normas de convivencia entre los seres humanos que impone la sociedad, que se planteó como norma de vida Percival Matos.

Habría quizás que preguntarle a la viuda de Bienvenido García, aquel padre de seis hijos que trabajaba en la empresa de transporte de valores Las 4S, quien fue muerto de un disparo de fusil en el asalto a Bella Vista Mall, si no considera que el fusilado fue su difunto marido aquella trágica tarde del mes de septiembre de este mismo año.

En el caso de Percival Matos se cumplió al pie de la letra el refrán español: ¨el que a hierro mata a hierro muere¨, que significa que por lo general, uno recibe el mismo daño que hizo a otro.

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