Papa Francisco advirtió sobre el peligro de “los traidores de la confianza”

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Ante cardenales, arzobispos y altos jerarcas católicos, el papa comenzó su extenso discurso expresando su deseo de que estas fiestas "nos hagan abrir los ojos y abandonar lo que es superfluo, lo falso, la malicia y engaño para ver lo esencial, lo verdadero y lo bueno".

Redacción Internacional.-  El papa Francisco advirtió este jueves sobre el “cáncer” que representa la “degenerada lógica de las intrigas” y el peligro de los “traidores de la confianza” en la Curia, en su tradicional mensaje navideño al gobierno de la Iglesia.

Ante cardenales, arzobispos y altos jerarcas católicos, el papa comenzó su extenso discurso expresando su deseo de que estas fiestas “nos hagan abrir los ojos y abandonar lo que es superfluo, lo falso, la malicia y engaño para ver lo esencial, lo verdadero y lo bueno”.

En esta ocasión Francisco decidió abordar la proyección de la Curia Romana “ad extra”, hacia el mundo exterior, pues en su opinión si se encierra en si misma “caería en la autorreferencialidad, que la condenaría a la autodestrucción”.

Lo hizo no sin antes advertir acerca de una serie de peligros que a su parecer la acechan y recordar ante los curiales la necesidad de una “filial obediencia” al sucesor de San Pedro.

“Esto es muy importante si se quiere superar la desequilibrada y degenerada lógica de las intrigas o de los pequeños grupos que en realidad representan -a pesar de sus justificaciones y buenas intenciones- un cáncer que lleva a la autorreferencialidad”, alertó.

Este mal, aseveró, “se infiltra también en los organismos eclesiásticos en cuanto tales y, en particular, en las personas que trabajan en ellos”.

Se dejan corromper por la ambición o la vanagloria, y cuando son delicadamente apartadas se auto-declaran mártires del sistema, del ‘papa desinformado’, de la ‘vieja guardia’…, en vez de entonar el ‘mea culpa'”, aclaró el papa argentino, que no obstante defendió a la “inmensa mayoría” que trabajan con fidelidad y compromiso.

En definitiva, Francisco recordó que la Curia debe trabajar “en el nombre y con la autoridad del Sumo Pontífice y siempre por el bien y al servicio de la Iglesia”, pero sobre todo con “fidelidad“, una palabra que pronuncio en varias ocasiones en su discurso.

Francisco concluyó su discurso en la imponente Sala Clementina del Palacio Apostólico defendiendo una fe que guíe, en Navidad, hacia aquella Belén en la que nació Jesucristo, “no entre los reyes y el lujo, sino entre los pobres y los humildes”.

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