Redacción Internacional.- A medida que Israel se aproxima a su quinto año consecutivo de sequía, el mar de Galilea presenta los niveles de agua más bajos en un siglo, sumado al hecho de que el río Jordán reduce su caudal y el mar Muerto disminuye su tamaño a pasos agigantados.
Este lago de agua dulce tiene una enorme importancia para los cristianos, ya que estos creen que sobre estas aguas caminó en sus orillas Jesús. El lago se menciona en la Biblia desde la época de los reyes de Israel y en su orilla oeste se sitúa la ciudad de Tiberíades, construida por Herodes en honor al emperador romano Tiberio.
Las “aguas bíblicas” como las del mar de Galilea continúan siendo sitios de peregrinación y son cruciales para la supervivencia y estabilidad de Israel, Jordania y los palestinos. Pero durante los últimos años, los estragos del cambio climático se han vuelto más evidentes, además del efecto negativo del crecimiento poblacional en la zona y el mayor uso de sus aguas para la agricultura.
Aquellos que visiten el área hoy día probablemente se sientan desilusionados por el paisaje. Los meteorólogos israelíes anticiparon a principios de diciembre que los próximos meses de invierno serán más secos que de costumbre, lo que empeorará aún más una situación ya de por si preocupante.
Las últimas mediciones del nivel del agua del mar de Galilea se ubicaron en 214 metros por debajo del nivel del mar, alrededor de un metro por debajo del punto mínimo en el que los expertos ecologistas predicen un daño para el ecosistema y sobre la calidad del agua.
Las compañías de Israel y Jordania que extraen minerales y sales de dicho cuerpo de agua son responsables del otro 40 por ciento de las pérdidas acuíferas.
Para combatir el fenómeno de la sequía, el gobierno israelí se ha propuesto bombear agua desalada al mar de Galilea, en el marco de un proyecto de USD 300 millones que tomará dos años en ser completado.




