AFP.- Estados Unidos ha registrado 11 tiroteos en escuelas en 2018, y es apenas 24 de enero: los centros educativos estadounidenses son cada vez menos lugares seguros y la gente parece resignada.
Un estudiante abrió fuego el martes en su escuela secundaria en Kentucky, al comienzo de la jornada. Mató a dos: un chico y una chica, ambos de 15 años como él.
El día anterior, un adolescente recibió un disparo en la cantina de su colegio en Texas. Ese mismo lunes, un muchacho de 14 años fue alcanzado por un balazo en el estacionamiento de una universidad en Nueva Orleans.
Este enero también hubo disparos contra un autobús escolar en Iowa, una escuela secundaria en Seattle, un campus en California…
El martes, en la escuela secundaria del condado de Marshall en Kentucky, hubo 18 víctimas de la tragedia, incluidos 14 heridos de bala.
El atacante fue arrestado sin violencia y será acusado de asesinato e intento de asesinato y procesado como si fuera mayor de edad. Una noticia así generaría titulares en muchos países desarrollados, pero no en Estados Unidos, donde los tiroteos en las escuelas se han vuelto costumbre.
El presidente Donald Trump no mencionó la tragedia durante más de 24 horas, aunque el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, expresó el martes sus condolencias al gobernador de Kentucky, Matt Bevin.
Finalmente, Trump también llamó a Bevin y mostró su compasión hacia las víctimas. «Estamos con usted», tuiteó el mandatario el miércoles por la tarde.