El papa se despojó de su solideo al bajar y fue recibido por el presidente Pedro Pablo Kuczynski y su esposa, quienes le besaron la mano derecha. Un niño y una niña que viven en un hogar para menores abandonados le entregaron un ramo de flores blancas y Francisco les acarició las cabezas.
Kuczynski y Francisco caminaron después por una alfombra roja del aeropuerto de Lima seguidos por un grupo de militares que tenían las espadas desenvainadas.
El papa también saludó a los más importantes representantes de la iglesia católica local, el primero fue el conservador cardenal Juan Luis Cipriani.
Como en Chile, Francisco afrontará en Perú un escándalo de abusos sexuales que remecieron al movimiento católico peruano Sodalitium Christianae Vitae, un grupo ultraconservador con alrededor de 20.000 miembros en toda Sudamérica y Estados Unidos. Hace una semana el Vaticano se hizo cargo del movimiento designando un comisionado porque el fundador Luis Fernando Figari se encuentra acusado de cometer abusos psicológicos y sexuales.
El papa, que visita el país por primera vez, también llega en el peor momento político de Perú porque Kuczynski es criticado por quienes lo llevaron al poder luego que horas antes de la Navidad excarcelara al expresidente Alberto Fujimori, quien cumplía una sentencia de 25 años de cárcel por el asesinato de 25 peruanos.
Horas antes, en su última jornada en Chile, el papa celebró la primera boda a bordo de un avión y cerró su visita con una tercera misa en la chilena región norteña de Iquique, donde salió a la defensa de la comunidad inmigrante.
Además volvió a desatar la ira de algunas víctimas de los abusos sexuales a menores por parte del sacerdote chileno Fernando Karadima al defender a un discípulo de éste y obispo de Osorno, Juan Barros, que ha sido cuestionado por haber encubierto supuestamente esos hechos.
Francisco dijo que hasta no ver pruebas de que Barros fue cómplice en el encubrimiento de los crímenes sexuales, las acusaciones en su contra son «solo calumnias».
El papa había pedido previamente perdón por esos abusos y lloró con las víctimas en lo que probablemente será recordado como uno de los momentos importantes de su visita en una nación en la que, como se preveía, encontró el rechazo de algunos grupos por la manera en la que el Vaticano y el Santo Padre respondieron a dichos escándalos.
La presidenta socialista Michelle Bachelet despidió el jueves por la tarde en el aeropuerto al papa.