El uso pediátrico de los antipsicóticos está asociado con un aumento de la grasa corporal y una disminución de la sensibilidad a la insulina, lo que elevaría el riesgo de morbilidad y mortalidad cardiometabólicos prematuros.
“Aunque los antipsicóticos son el tratamiento de primera línea para enfermedades como la esquizofrenia de aparición pediátrica, se suelen recetar fuera de la indicación para el trastorno de déficit de atención/hiperactividad y trastornos conductuales disruptivos, con un mayor uso en los jóvenes con cobertura”, publicó el equipo del doctor John Newcomer, de Florida Atlantic University, Boca Ratón.
“Aunque los jóvenes con esos trastornos mejorarían con esas terapias, hay que analizar los riesgos y los beneficios”, añadió.
Estudios previos del equipo de Newcomer habían asociado el uso de los antipsicóticos con una mayor incidencia de la diabetes tipo 2 en los adultos y los niños.
“Lo que no sabemos es cómo conectar esas observaciones”, agregó.
Al azar, a 144 jóvenes con uno o más trastornos psiquiátricos diagnosticados se les indicó un tratamiento clínico de 12 semanas con risperidona por vía oral (dosis media de 1 mg), olanzapina (6,3 mg) o aripiprazol (6 mg). Tenían 11,4 años, en promedio; el 68 por ciento era varón y el 51,4 por ciento era afroamericano.
El 55,6 por ciento tenía un diagnóstico primario de déficit de atención con hiperactividad con irritabilidad y agresión que no respondía a la terapia anterior. Todos usaban antipsicóticos por primera vez. Las dosis, que no eran representativas de la práctica pediátrica, estaban por debajo de las utilizadas para tratar la psicosis.
En JAMA Psychiatry, el equipo publicó que los tratamientos mejoraron la conducta. Aun así, desde el inicio hasta la semana 12 semana, el porcentaje de la grasa corporal total (DXA) aumentó un 1,18 por ciento con el uso de risperidona, un 4,12 por ciento con olanzapina y un 1,66 por ciento con aripiprazol. Esa diferencia para olanzapina era significativa con respecto al resto de las terapias.





