El padre, el hijo y la madre…

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Por el periodista Salvador Holguín

Diciendo “Lo que otros callan”

Nunca antes había escrito un artículo que hable de mi persona y vinculados, debido a que en mi rol de periodista, mercadólogo, locutor, estudioso de las leyes y sociólogo innato, me ha correspondido hacerlo con los demás, pero el pasado domingo que celebramos el día de los padres, al levantarme de mi cama abro en mi celular las redes sociales, entro a WhatsApp y me encuentro con una inmensidad de lindos mensajes de reconocimiento como padre ejemplar por parte de mis tres hijos, familiares y allegados, para mi sorpresa me han dicho que tengo cualidades que ni yo sabía que las poseía.

No les voy a negar que me fui en llanto, no sólo por los bellos mensajes que recibí de mis cercanos y parientes, sino también porque me vino a la mente el padre que me engendró, de nombre Berto Martínez, de quien tengo muchos recuerdos buenos y otros no tan buenos, pero así es la vida. Hoy sentí el deseo de abrazarlo, besarlo, acariciarlo y decirle mirándolo a los ojos lo mucho que lo amo y la falta que me hace, lamentablemente no puedo hacerlo porque Berto no existe. Un día cualquiera de esos que uno nunca quisiera que llegaran me encontraba en el centro de mi pueblo El Pino, Dajabón; desempeñándome como limpiabotas con apenas 10 años, pasó una camioneta con un hombre tirado en la parte de atrás muy herido, en estado agónico, y escuché cuando alguien me voceó, “Mayobanex”, que es mi segundo nombre y era como me llamaban en el campo, “ahí va tú padre”, y minutos después me dieron la triste noticia de que murió en el camino fruto de una hemorragia.

Mi padre biológico Berto Martínez, le gustaban mucho las mujeres, la bebida y el fumar cigarrillos, recuerdo un día que en mi atrevimiento de niño le quería prender un cigarro y me dijo: “No mi hijo, estos son vicios que no debes aprender”, eso me marcó en mi infancia a tal punto que donde quiera que alguien quería encender un pitillo delante de mí, me caía mal y me molestaba. Berto perdió la vida a destiempo por llevar una vida de bohemio imprudente, eso lo explica una noche que fue el principio del fin de su estadía en este mundo. A finales de los 80 mi padre vendió una finca por 120 mil pesos que para la época era una fortuna, y se fue a tomar unos tragos con un amigo que al percatarse de que tenía mucho dinero lo incitó a tomar en demasía, a tal punto que se embriagó casi perdiendo el conocimiento, se paró de la mesa del lugar donde se encontraba ingiriendo alcohol, y el que era hasta ese momento su amigo de nombre Pasito le siguió todo el camino, antes de llegar a la casa le dio una pedrada tumbándolo al pavimento y propinándole varios machetazos en la cabeza, dejándolo herido gravemente y llevándole los recursos que tenía.

Berto Martínez o Francisco Alberto como también le decían sus familiares y amigos, era un gran ser humano con buenos valores, honesto y trabajador, pero también celoso y mujeriego, fue un hombre de mucho coraje y muy guapo. A pesar de su ignorancia, un día camino a un pueblo que se llama Manuel Bueno, cerca del municipio de Loma de Cabrera en la provincia Dajabón, me dio una lección que me ha servido para toda la vida, al encontrarnos en el trayecto con una iguana que nos sorprendió y yo brinqué diciéndole “papi mátala”, y él me dijo: “Mi hijo, ese pajarito no te está haciendo nada, déjala tranquila, sigamos el camino”, dejándome como enseñanza que si alguien no te está creando problemas, no debes creárselos a él, y que hay que respetar a los demás.

Mucha gente siempre me pregunta que por qué soy tan débil con mi señora madre doña Altagracia Espinal Peralta y porqué nunca menciono a mi papá, la repuesta es simple, es que todo lo que soy se lo debo a mi mami Altagracia, ella ha fungido como padre y madre, a pesar de que encontré un hombre en el camino de la vida que se llama Justiniano (Elías) Holguín, el cual me honró con su apellido y vivir a su lado por muchos años debido a la ausencia de mi padre que me fecundó, tan sólo con 7 meses de nacido por incompatibilidad de caracteres se divorció de mi hermosa madre, y en su brutalidad de hombre machista embriagado de ignorancia se alejó de la mujer que amaba y se fue a sufrir en la soledad, olvidando que había dejado una criatura fruto del amor, que no tenía la culpa de haber venido al mundo. Estas equivocaciones de mi procreador me han servido para no cometer los mismos errores en mi trayectoria de vida y en mi rol de padre con los tres hijos que Dios me ha dado y que son la razón de mi vivir.

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