Gabriel Miranda llegó a la comunidad de Vietnam, en Guaynabo, cuando todavía no se veía el mar. Pisó tierra cuando cientos de casas todavía custodiaban el único pedazo de costa que tiene el municipio. Una llamada de un amigo lo dirigió hasta allí en el 2013.
¿La razón? Documentar las expropiaciones que estaban ocurriendo en la comunidad desde el año 2000, cuando, según el Censo, vivían allí alrededor de 700 familias. Al llegar, el cineasta observó cómo casas completas estaban siendo derribadas por maquinaria pesada. No era mucho lo que se sabía entonces de aquella destrucción, solo resaltaba un letrero del municipio de Guaynabo anunciando su nueva gran obra, el Guaynabo City Waterfront, un complejo turístico de hoteles y comercios.
Sin pensarlo, el cineasta puertorriqueño comenzó a filmar, a realizar entrevistas y a tratar de entender todo aquello que se derribaba ante sus ojos. “Llegué con mi cámara allí y lo que había era literalmente una zona de guerra. Yo nunca había visto eso en Puerto Rico. Era escombros por todas partes. ¡Escombros de más de 30 pies!”, recuerda sobre aquellas primeras imágenes.
Esa mirada inicial fue suficiente para que Miranda se adentrara de lleno en la comunidad y documentara por cuatro años sus historias, luchas y resistencias. El resultado de ese trabajo e investigación lo recoge en el documental “Vietnam, Puerto Rico”, el cual estrena el próximo 26 de julio, en las salas de cine Fine Arts de Popular Center, en Hato Rey.
Se trata de una película independiente la cual armó prácticamente solo de principio a fin. Desde el guion, la dirección, la producción, hasta la música, todo es obra de este director de 34 años, quien recoge en el trabajo lo que ha sido la historia de muchas de las comunidades en el país que han sido expropiadas por el gobierno.
“Masivas y salvajes”
“En el caso de Vietnam es algo que se ha mantenido en silencio y que muchas personas no sabían que esto estaba pasando y ahora van a tener la oportunidad de verlo. El trato que se le ha dado a Vietnam es el trato que lamentablemente se les ha dado a las comunidades y barriadas en Puerto Rico. Esta es la historia de más de un millón de personas, de comunidades, que han vivido expropiaciones masivas y salvajes”, expresó Miranda.
Aunque se concentra en la lucha de la comunidad de Guaynabo, las entrevistas que realiza el cineasta a ciudadanos, sociólogos, economistas, profesores universitarios, así como a funcionarios y políticos, sirven para mirar otros casos similares al de Vietnam, donde según Miranda hoy quedan apenas un poco más de 200 familias.
Una característica de este proyecto es que es la primera vez, según el director, que se realiza un documental sobre una expropiación mientras ocurre, ya que según dijo esa acción no ha cesado a pesar de que en el 2014 el Tribunal de Primera Instancia de San Juan detuvo la expropiación porque el municipio no había cumplido con lo dispuesto en leyes y reglamentos que regulan esta práctica.
“Ahora el proyecto se llama Amelia City Waterfront; le cambiaron el nombre y el proyecto ha mutado, pero el corazón sigue igual que es construir un hotel, con canchas de tenis, hacer un tablado, villas de lujo, y para lograrlo se exige que esta comunidad se salga de ahí”, indicó.
Miranda sostuvo que el discurso detrás de estos proyectos suele ser el llamado progreso, pero cuestionó para quiénes es ese progreso.“¿Progreso es sacar personas de tu país? ¿Sacar residentes de tu municipio? ¿Sacarlos de un sitio que ellos crearon? Por qué el progreso para el municipio no es mejorar la educación en esa zona o hacer un proyecto inclusivo y que se le dé el manejo a la comunidad. Tiene que haber opciones en vez de estar moviendo a las personas de manera forzosa”, opinó.
El cineasta dijo que durante varios años tocó la puerta de la alcaldía de Guaynabo para incluir su versión en el documental, pero nunca obtuvo respuesta. En ese entonces, la administración estaba a cargo de Héctor O’Neill, quien enfrenta juicio por siete cargos relacionados a la Ley de Ética, violencia de género y actos lascivos, entre otros. El que sí aparece es el actual alcalde Ángel Pérez, pero cuando era representante.
Según comentó Miranda, el proceso de filmar el trabajo fue duro porque consistió en observar diariamente cómo decenas de familias perdían lo que habían forjado toda una vida.
“Era fuerte porque uno tiene emociones y son seres humanos. Recuerdo una vez que me llamaron a las seis y pico de la mañana para decirme que estaban demoliendo una casa con una persona adentro y eso no lo pude grabar porque es casi imposible grabar todo ese proceso, pero eso es algo bien fuerte. Y saber que un gobierno municipal es capaz de hacer esas cosas es algo vil”, puntualizó.
Cuando se le cuestionó al joven director por qué se interesó en hacer este documental -que es su primer largometraje- dijo que era la “manera perfecta” para contar la historia de todas las barriadas y comunidades puertorriqueñas que han sido “asediadas y presionadas por el gobierno a través del tiempo”. “Era la manera perfecta para hablar de justicia y progreso”.
Agregó que la película también es una manera de hacer eco sobre la situación actual que atraviesa el país. “A nosotros nos están sacando del país en términos de emigración. Ya las familias de clase media y clase baja no estamos teniendo espacios donde vivir y nos siguen arrinconando. En términos deinfraestructura Puerto Rico sigue desbaratado. Así que es un reflejo triste, pero a la vez una mirada esperanzadora en las organizaciones y en las comunidades”, concluyó Miranda, quien al terminar de filmar su trabajo ya podía ver el mar de esa costa de Guaynabo, donde todavía se levanta una comunidad que sigue resistiendo y luchando.





