En el mes de la Familia – Matrimonio y Familia 

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Dra. Claudia Hernandez

La Iglesia enseña que la familia es uno de los bienes más preciosos de la humanidad.
La familia es un don tan valioso porque forma parte del plan de Dios para que todas las personas puedan nacer y desarrollarse en una comunidad de amor, ser buenos hijos de Dios en este mundo y participar en la vida futura del Reino de los Cielos. Dios ha querido que los hombres, formando la familia, colaboren con Él en esa tarea.

En la Sagrada Escritura la Biblia narra la creación del primer hombre y de la primera mujer: Dios los creo a su imagen y semejanza; los hizo varón y mujer, los bendijo y les mando crecer y multiplicarse para poblar la tierra (Gen. 1:27). Y para que esto fuera posible de un modo verdaderamente humano, Dios mandó que el hombre y la mujer se unieran para formar la comunidad de vida y amor que es el matrimonio. (Gen. 2:19-24).

Cuando las familias se forman según la voluntad de Dios, son fuertes, sanas y felices; hacen posible la promoción humana y espiritual de sus miembros contribuyendo a la renovación de toda la sociedad y de la misma iglesia.

La iglesia ofrece su ayuda a todos los hombres recordándoles cuál es el designio de Dios sobre la familia y el matrimonio. Corresponde a los cristianos, de modo especial, comprender y dar testimonio de las enseñanzas de Jesucristo en este campo.

Sólo con la ayuda de Dios, viviendo de verdad el Evangelio, es posible realizar plenamente el proyecto de Dios sobre el matrimonio y la familia.

Adan y Eva pecaron desobedecieron a Dios y desde entonces todos los hombres nacen con el pecado. Este pecado y los que comete cada persona hacen difícil conocer u cumplir la voluntad de Dios sobre el matrimonio. Por eso Jesucristo quiso venir al mundo: para redimirnos del pecado y para que pudiéramos vivir como hijos de Dios en esta vida y alcanzar el cielo. Hace falta la luz del Evangelio y la gracia de Cristo para devolverle al hombre, y también al matrimonio y a la familia, su bondad y belleza.

Cuando la infidelidad, el egoísmo y la irresponsabilidad de los padres respecto a los hijos son las normas de conducta, toda la sociedad se ve afectada por la corrupción, por la deshonestidad de costumbres y por la violencia.
Los cambios culturales de la últimas décadas han influido fuertemente en el concepto tradicional de la familia. Sin embargo, la familia es una institución natural dotada de extraordinaria vitalidad, con gran capacidad de reacción y defensa.

Pero no todos estos cambios han sido perjudiciales y por eso puede decirse que el panorama actual sobre la familia está compuesto tanto de aspectos positivos como de aspectos negativos.

El sentido cristiano de la vida ha influido para que en nuestra sociedad se promueva cada vez más una conciencia más viva de la libertad y de la responsabilidad personal en el seno de la familia así como el deseo de que las relaciones entre esposos y de padres con hijos sean virtuosas, que haya una gran preocupación por la dignidad de la mujer, una actitud más atenta a la paternidad y maternidad responsables, mayor cuidado a la educación de los hijos, mayor preocupación de las familias para relacionarse y ayudarse entre sí.

Son muchos los aspectos negativos y todos ellos revelan las consecuencias que provoca el rechazo del amor de Dios: la concepción de la independencia de los esposos, defectos en la autoridad y en la relación entre padres e hijos, las dificultades para que la familia transmita los valores humanos y cristianos, el creciente número de divorcios y uniones no matrimoniales, el recurso fácil a la esterilización, al aborto y la extensión de una mentalidad antinatalista muy difundida entre los matrimonios, las condiciones morales de miseria, inseguridad y materialismo, la emergencia silenciosa de gran número de niños de la calle fruto de la irresponsabilidad o incapacidad educativa de sus padres, la gran cantidad de personas abandonadas por falta de familia estable solidaria.

La única solución verdaderamente eficaz es que cada hombre y cada mujer se esfuerce por vivir en su familia las enseñanzas del Evangelio con autenticidad. El sentido cristiano de la vida hará que prevalezcan los signos positivos sobre los negativos, aunque éstos nunca falten.

Los ejemplos de la Sagrada Familia alcanzan todas las épocas y culturas, porque el único modo de conseguir la realización personal y la de los seres amados es crear un hogar en donde la ternura, el respeto, la fidelidad, el trabajo, el servicio desinteresado sean las normas de vida. Cada hombre es responsable de una manera u otra de la sociedad en que vive, y por tanto de la institución familiar, que es su fundamento.

Los casados deben responder de que la familia que han formado sea según el designio de Dios; los que permanecen solteros, deben cuidar de aquella en que nacieron. Los jóvenes y adolescentes tienen una particular responsabilidad de prepararse para construir su futura familia con estabilidad

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