El nuevo día.- Cuando una mujer budista denunció a la Policía en Myanmar haber sido violada por dos colegas musulmanes, un monje compartió el caso en Facebook, causando tanta indignación que provocó una escalada de violencia real.
Dos días duraron los enfrentamientos en la ciudad de Mandalay entre la mayoría budista y la minoría musulma de Myanmar. Dos personas murieron y 19 resultaron heridas. Las autoridades pudieron restablecer el orden, solo tras el bloqueo temporal de Facebook. Al final, toda la historia era falsa. Ahora, cinco personas son acusadas de difundir falsos rumores, incluida la presunta víctima, quien reconoció haber recibido dinero para inventar el rapto.
Este incidente de 2014 fue una señal de alerta temprana para Facebook, que muestra cómo los falsos rumores que se propagan en la plataforma podrían explotar en la vida real. En Myanmar, donde alrededor de 700,000 musulmanes rohinya han huido desde el año pasado, Facebook ha proporcionado el telón de fondo para un aumento de la violencia étnica.
El pasado 5 de noviembre, un informe sobre el uso de Facebook reveló que una minoría de usuarios estaba explotando la plataforma para «incitar a la violencia, fuera de línea”.
Publicado por la ONG «Business for Social Responsibility”, dicho estudio analiza la idea de que los usuarios de las redes sociales pueden ser manipulados con información errónea, lo que a su vez puede conducir a la violencia entre diferentes grupos. Si bien las redes sociales no inventan las divisiones ya existentes, la forma en que las plataformas promueven el contenido emotivo y divisivo puede aumentar los prejuicios existentes.
El estudio encargado por Facebook apunta a la atmósfera política de Myanmar como parte del problema. Pero la violencia inspirada en las redes sociales no es exclusiva de los países abiertos a Internet después de años de censura. La desinformación difundida en línea también ha sido relacionada con la violencia en Sri Lanka, Indonesia, India, México, Estados Unidos y Alemania.
Investigadores de la Universidad británica de Warwick, del Reino Unido, publicaron un estudio que examinó ataques contra refugiados en Alemania entre 2015 y 2017. El informe indicó que los delitos contra los refugiados tenían más probabilidades de ocurrir en áreas donde el uso de Facebook era alto y en momentos en que el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) compartía publicaciones en contra de los refugiados en su página.
Hay altas evidencias de que existe un punto de inflexión invisible; que algunas personas se obsesionan tanto con la versión distorsionada de la realidad que ven en línea y que se sienten obligados a actuar en la realidad.
Bharath Ganesh, investigador del Instituto de Internet de Oxford, ve esta distorsión de la realidad en Internet entre los derechistas. «Algunas redes y espacios en línea están totalmente orientados a crear una cultura en la que se acepte el odio, la denigración y la deshumanización de otras personas”, dice Ganesh a DW. «Estos espacios buscan volver normal el lenguaje del odio y la violencia y crean una atmósfera para legitimarlos contra ciertas comunidades”.
En Chemnitz, Alemania, los falsos rumores en Twitter y Facebook animaron a 6,000 personas a participar en una manifestación callejera de extrema derecha en agosto de 2018. En Charlottesville, Virginia, un año antes, se escuchó a los manifestantes de extrema derecha coreando consignas vinculadas a teorías de conspiración que se sabe circulan en las redes sociales.
Los investigadores creen que la forma en que operan las compañías de medios sociales puede promover estas teorías de conspiración y difundir puntos de vista extremos. Para mantener a las personas en sus sitios el mayor tiempo posible, compañías como Facebook y YouTube utilizan algoritmos para recomendar publicaciones con las que es probable que una persona esté de acuerdo. Pero eso puede dejar a los usuarios atrapados en burbujas ideológicas donde ven una versión del mundo en la que sus puntos de vista nunca son cuestionados.
Linda Schlegel, consultora antiterrorista de la Fundación alemana Konrad-Adenauer, cree que estas burbujas pueden crear «terroristas digitalizados”, como dijo a DW, y explica que «pueden promover la radicalización, si la burbuja contiene actitudes extremistas y ciertas perspectivas se comunican repetidamente como verdaderas”.
Cada vez más, la gente está expresando inquietud por la forma en que las empresas de tecnología manejan la información porque lo que aumenta los ingresos por publicidad también puede desatar fuerzas violentas entre comunidades. «Creo que es muy nocivo para la sociedad a largo plazo”, sospecha Chaslot, y concluye que «el algoritmo no es capaz de medir las consecuencias”.