(ELPAIS).- La decisión del líder opositor venezolano Juan Guaidó de declararse presidente “encargado” de Venezuela ha sacudido no solo la política del país caribeño. Los ecos del anuncio se han extendido a gran velocidad por todo el continente americano. Las principales potencias de América Latina, salvo México, han decidido respaldar a Guaidó y reconocerlo como presidente legítimo de Venezuela, como antes hicieron Estados Unidos y Canadá. El Gobierno de López Obrador, con su decisión, vuelve a estar en el centro de la polémica.
“De momento no hay un cambio de postura respecto a Venezuela, México sigue reconociendo a Nicolás Maduro como presidente del país”, ha asegurado a este diario Jesús Ramírez, portavoz del Gobierno de López Obrador. Las razones que esgrime Ramírez son la defensa de la política de no intervención, las mismas con las que justificaron su abstención de firmar el último comunicado del Grupo de Lima, que, a principios de mes, instaba a no reconocer el nuevo mandato de Maduro.
Sobre lo ocurrido este miércoles, fuentes de la Cancillería mexicana aseguran que reconocer a Guaidó implicaría “desmontar la doctrina Estrada en un momento”, en referencia al eje de la política exterior mexicana, por la que México no interviene en asuntos de otros países. No obstante, el país norteamericano rompió con la Chile de Pinochet, la Nicaragua de Somoza o respaldó a la República española.
La tibieza de México vuelve a situar al Gobierno de López Obrador ante un escenario controvertido. Más aún cuando las principales potencias de la región han celebrado la decisión de Guaidó de autoproclamarse presidente “encargado” de Venezuela. Los Gobiernos que integran el Grupo de Lima -entre ellos Brasil, Argentina, Colombia, Ecuador y Perú- mostraron su respaldo al líder opositor, poco después de que lo hiciese el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. Organismos regionales como la OEA también han saludado la decisión de Guaidó. Una cascada de respaldos que no tienen visos de haber sido premeditados.
No es baladí que el primer gobernante en reconocer a Guaidó fuese Donald Trump. Horas antes, su vicepresidente, Mike Pence, había respaldado las manifestaciones convocadas hoy en Venezuela por la oposición, dirigiéndose a los críticos con Maduro en español, algo poco habitual en esta Administración estadounidense. En un comunicado, Trump ha animado a otros Gobiernos occidentales a reconocer al presidente de la Asamblea Nacional como presidente interino del país, y ha asegurado que utilizará “todo el peso del poder económico y diplomático de Estados Unidos para presionar por la restauración de la democracia venezolana”.
«En sus competencias como la única institución legítima con representantes elegidos por el pueblo venezolano, la Asamblea Nacional dio el paso de invocar la constitución de Venezuela para declarar a Nicolás Maduro ilegítimo y la oficina de la presidencia, vacante. El pueblo venezolano valientemente ha denunciado a Maduro y a su régimen y ha exigido la libertad y el retorno al Estado de derecho», dice el comunicado, que asegura que Estados Unidos responsabilizará «al régimen ilegitimo de Maduro por las amenazas a la seguridad del pueblo venezolano».
El incremento de la presión diplomática llega el mismo día en el que la oposición ha logrado retomar las protestas en las calles, después de que los críticos con Maduro abandonaran las manifestaciones, tras la represión de 2017. La oposición considera crucial la presión internacional para lograr una salida a la crisis de Venezuela.