Por Claudia Hernandez
Hoy nos unimos en oración para implorar de Aquel de quien viene todo bien, que bendiga, proteja y abra la ruta de la gloria a nuestra amada patria.
La patria es en cierto modo lo mismo que el patrimonio, el conjunto de bienes materiales y espirituales que hemos heredado de nuestros antepasados. En el concepto mismo de patria hay un engarce profundo entre el aspecto espiritual y el material, entre la cultura y la tierra. La tierra se convierte en un clamor al “espíritu” de la nación y el “espíritu” de la nación, del sentido y belleza, un clamor a la tierra que habitamos.
Cada 27 de febrero es una ocasión para dar gracias a Dios por esta herencia espiritual y material recibida de nuestros mayores, y renovar nuestro compromiso de cuidarla y cultivarla con reverencia y amor.
El amor a la patria, el patriotismo, forma parte del cuarto mandamiento, que nos exige honrar padre y madre, pues la patria es verdaderamente padre y madre nuestra. Es en el seno de la familia donde el patrimonio de la patria llega a nosotros, despertándose en nuestro interior el respeto, la veneración y el amor por nuestro nación. Ahí está la importancia de defender y proteger la institución familiar.
República Dominicana es nuestra casa. Es el entorno en el cual Dios quiso que naciéramos, por ello es el ámbito al cual debemos servir, con nuestra entrega, trabajo y esfuerzo diario para hacerla una morada de paz y de justicia.
El 27 de febrero se celebra en República Dominicana la Fiesta de Independencia con un pueblo que desea la paz la tranquilidad en el orden justo.
Quiero que el pueblo dominicano se una en esta oración por nuestra nación con el mayor deseo de que nuestra patria sea libre, con esa libertad que viene de la verdad y del cultivo de los valores morales que hacen grande a una nación y armoniosa su convivencia:
¡Señor Jesús, Señor de la Historia! A ti nos dirigimos con humildad y
confianza, porque sin Ti nada podemos hacer. En este nuevo aniversario de nuestra independencia, en esta hora de nuestra patria, precisamos Tu consuelo y fortaleza, Tu gracia y ayuda, para que nuestra República sea realmente libre.
¡Señor Jesús, Señor de la Historia! Aleja el pecado y los males que éste engendra: la violencia en todas sus formas, los egoísmos y frivolidades crecientes, la delincuencia y el crimen, el narcotráfico, la corrupción y el terrorismo, las divisiones, los enfrentamientos y la pobreza, los pesimismos, derrotismo y desánimos, el permisivismo moral, los divorcios y el aborto.
Ayúdanos a comprender que la patria es un bien común de todos los ciudadanos sin excepción y como tal, un gran deber y responsabilidad de todos, que nos exige capacidad de sacrificio, desprendimiento y espíritu de servicio, que constituyen el verdadero valor y heroísmo.
¡Señor Jesús, Señor de la Historia! Ayúdanos a amar cada vez más nuestra Patria: su historia, su lengua, su misma configuración geográfica, y su fe cristiana a cuyo anuncio se forjó nuestra identidad como nación. Ayúdanos a buscar ardorosamente la verdad que nos hace libres, y a trabajar por el bien de todos los dominicanos y de todo dominicano.
¡Señor Jesús, Señor de la Historia! Ayúdanos a amar a todos sin excepción, pero de manera especial a los pequeños, los jóvenes, los ancianos, los débiles, los enfermos, los pobres y a todos los que sufren; ayúdanos a defender la dignidad de toda persona humana desde su concepción hasta su fin natural. Tú que nos enseñaste en la cruz a amar hasta el extremo, ayúdanos a perdonar a los que nos ofenden y a aborrecer el odio, el rencor y la venganza, para construir la patria justa y reconciliada que anhelamos.
Ayúdanos a descubrir que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. A mantener inquebrantable la esperanza en un futuro mejor, la certeza de que somos capaces de forjar una patria fundada en los valores y virtudes morales que hacen grande a una nación. Valores y virtudes que brotan de nuestra fe cristiana, sustrato del alma dominicana.
¡Señor! Tú nos convocas hoy a amar nuestra patria y como dominicanos y cristianos te decimos: ¡Presente! Te pedimos que atiendas nuestros ruegos para que la sabiduría y buena voluntad de sus autoridades y la honestidad de sus ciudadanos nos alcancen la gracia de trabajar unidos por la paz, y edificar una nación donde reinen las Bienaventuranzas del Reino. Amén