LA MUERTE Y EL INDUVIO PRO REO

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”Hoy pensé en mi muerte. Es un hecho inevitable. Casi nunca deseado, pero meta de la vida. Pensé que si muero tendré dos opciones, ninguna de las cuales depende de mi, voy al cielo o al infierno. He hecho cosas para ambas. Pero si allá la duda favorece al reo, voy directo al cielo”. (Twit).

Nadie es totalmente impuro, ni totalmente puro. Más bien existe toda una amalgama de colores que componen nuestras auras, y con acciones, emociones, omisiones y palabras nos aproximamos o alejamos del matiz de la pureza.

Así, nos reconocemos pecadores, en mayor o menor grado, unos a nivel de faltas o quizá un simple dolo, otros con actos delincuenciales, y la mayoría con pequeños impuros pensamientos o actos menos lesivos. Pero todos pecadores al fin.

Y como tal moriremos. Pasaremos a mejor o peor vida. A acrisolarnos en los infiernos o a vivir una vida plena y de ensueño en el paraíso hecho para los buenos. Todo depende de que tan bien nos hayamos portado, pues la conducta es la vía al cielo, lo mismo que es esta conducta la que gana en la tierra penitenciaria el favor de la libertad condicional. La conducta es una llave.

¿Pero y si tenemos una conjunción de actos, buenos y malos, que requieran un juicio de ponderación para definir el destino final?

Espero que haya un debido proceso, un individuo pro reo y que habiendo vivido una vida de constante creación de dudas, esta me favorezca y permita disfrutar del nuevo edén.

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