Yahoo.- Cada vez es más común encontrar en tiendas de alimentación, supermercados y otros establecimientos alimentos con la etiqueta “orgánica”, “bio” o similares. Y es señal de que cada vez hay una mayor preocupación por la manera en que se cultiva la comida que consumimos. Pero con la expansión de este tipo de productos, también crece la tentación de colar productos de agricultura industrial como cultivos orgánicos.
Para evitar este tipo de fraudes, un equipo de investigación ha desarrollado un método que permite detectar el uso de pesticidas durante el cultivo. Que, en un primer momento, puede parecer sencillo: analiza a ver si hay pesticidas, y si aparecen se trata de un fraude.
Pero, evidentemente, las cosas no son tan sencillas. Que aparezcan este tipo de productos en la superficie del vegetal no implica que haya habido un fraude, o al menos uno voluntario. Y que no aparezcan tampoco asegura que el cultivo cumpla con los requisitos para considerarse “orgánico”.
Por ejemplo, un cultivo orgánico que se haya plantado cerca de otro de tipo industrial puede acabar contaminado por los fertilizantes y pesticidas que se emplean en los campos más productivos – y con mayor impacto ambiental.
También puede ocurrir lo contrario. Para enmascarar prácticas fraudulentas, se emplean pesticidas que sean fácilmente lavables – aunque la realidad es más compleja de lo que pueda parecer. Así que no aparecerían en la superficie – en la cáscara o piel, por decirlo de otra manera – del producto pretendidamente orgánico, pero se habrían empleado.
Por lo tanto, hay que irse a técnicas de mayor resolución, más complejas pero mucho más fiables. Y aquí es donde entra la investigación de la que hablamos: los investigadores han desarrollado una técnica que permite detectar metabolitos secundarios consecuencia de haber empleado pesticidas.
Si se cultiva con pesticidas, las plantas absorben estas sustancias y las incorporan a sus tejidos. Al hacerlo, generan compuestos que se denominan metabolitos secundarios: modificaciones de los compuestos originales que quedan integrados en la planta.
Mediante el uso de técnicas complejas – cromatografía líquida de ultra-alta-eficacia y espectometría de masas de alta resolución – se pueden detectar los rastros moleculares, las pistas y evidencias que dejan el uso de pesticidas durante el cultivo. Lo interesante es que estas pistas quedan en hojas y frutos, pero también en productos derivados. De hecho, los investigadores lo han comprobado en un viñedo, pudiendo trazar hasta el vino.
Se trata de una forma de detectar posibles fraudes en un producto cada vez de mayor interés y cada vez más caro. El único problema… es que lo volverá más caro, ya que estas técnicas no son precisamente sencillas o baratas de realizar.