Un padre que desea viajar con sus hijos, pasa la de Caín con este asunto del permiso para viajar. Muchas veces el padre ausente está ausente de verdad y en todos los sentidos y solo recobra vigencia cuando hay que ir a alimentar su ego. Elemento que lo hace importante, cuando se le requiere la autorización para el viaje, sin el cual la salida se torna cuasi imposible.
Muchos aplaudimos cuando la Dirección General de Migración. anuncio que ya se podían hacer diligencias cargando los documentos en la RED, pero, que decepción, en vez de venir la solución vino la gran complicación que además conllevaría más inversión de tiempo y dinero.
La salida de un menor de edad, le está saliendo muy caro a los padres, o a uno de ellos, porque además de lo que conlleva el viaje en sí, tiene que diligenciarse obligatoriamente los servicios de un abogado, en cualquiera de los casos en que se encuentre; pues necesita redactar un permiso del padre ausente o del que no viaja, ya que el mismo debe ir a un notario público si reside en el país, o ir a un cónsul si está en el extranjero, con los respectivos tramites burocrático y costo, repito, que eso lleva.
Pongamos el ejemplo más simple, padres divorciados o separados, los niños viven con la madre. El padre, quien sabe dónde anda, ni ha mirado para allá jamás. –
La madre que logra la visa tiene que zancajera a ese susodicho, para convencerle quien sabe bajo cuales argumentos y cuales exigencias de parte de él, para que le dé el permiso a unos hijos que no sabe éste si comen, viven o mueren cada día.
Okey, pensemos que nada de eso ha sido necesario, y el individuo o la individuo, porque también las hay, (si les cuento un caso quedaran con la boca abierta), da el permiso sin mucha alharaca. Ese permiso lo redacta un abogado o un notario público, que según la ley debe cobrar por sus servicios, pongámosles cinco mil pesos, por benevolencia del profesional. Agregue a esto la certificación de la firma del notario, setecientos, agregue los impuestos del permiso o sea la tasa que cobra la Dirección General de Migración que es de dos mil por el primer niño y mil quinientos por cada niño adicional, agregue a esto que usted como ciudadano común y corriente, no tiene scanner y debe ir a escanear esos documentos a una oficina de servicios, te cobraran unos quinientos pesos por el servicio (si se trata de un niño).
Ahí llevamos sólo en las diligencias del papel, más de diez mil pesos, suponga, que usted no tiene tiempo para el correcorre y le encomienda esa tarea a un abogado, te cobrar otros cinco mil pesos por cobrarte algo, o suponga que la persona tenga que trasladarse desde el interior del país a la capital.
Mejor no le sigo contando sobre gastos. Ahora vayamos al tiempo invertido; son horas y horas, es más, son días. Miren esto: el requeriente del servicio tiene que ir a fotografiar a los muchachos ya que te exigen fotos 2×2, tiene que solicitar un acta de nacimiento (aunque ya cogen copia), sacar copias de pasaportes de ambos padres y del vuelo, así como del de la persona con quien viajará el niño o menor de edad (ya que puede tener 17 años, once meses y veintinueve días y da los mismo). Tiene que trasladarse a la oficina de un notario o un abogado, debe ir a la Procuraduría General de la Republica, a legalizar la firma del notario o a un centro de estos servicios , tiene que hacer una fila de horas en el Banco de Reservas, para pagar “las tasas”, luego dirigirse a llevar los papeles físicos a las oficina de La Dirección General de Migración en el Malecón Center, para depositarlo en físico y allí esperar sin exageración un mínimo de tres horas para ser atendido o sea para recibirles los documentos, que lo hacen unos jóvenes que entre set y set hacen sus cuentos y chistes mientras usted espera y al cabo te dicen: “en cinco días se lo entregamos y si lo quiere antes y tiene la inminencia del viaje salga a buscar los pasajes o imprimirlos a ver si podemos ayudarle”.
¿Es, o no es esto, una odisea?, a la que además del periplo descrito, tiene el tedio de la espera infundada y desmedida.
Bueno…, sé que algunos quieren que le cuente lo que encerré en paréntesis arriba. Bien le contaré del “milagro no del santo”. Se trató de un padre que logró hacer su residencia en el extranjero, la guarda de sus hijos la tenía la madre, pero solo por disposición del juez que acogió el divorcio, nunca tuvo en realidad la práctica de la guarda física , la que la asumieron sus abuelos (los padres de ella) y más que sus abuelos, un tío y la esposa de éste, pero la responsabilidad de todo gasto siempre estuvo por voluntad propia en el padre, quien se llevaba de maravilla con estos señores (su excuñado y la esposa de este) y los parientes maternos de los niños.
Los menores no vivían con el padre biológico, porque no tenía éste, las condiciones idóneas para el cuidado que estos demandaban.
Una vez logra el padre su estabilidad, buscar hacerle residencias en el extranjero a sus hijos y lo consigue. La madre que no aparece por ninguna parte, y que no sabe, si sus hijos comen, viven o mueren, hay que buscarla para el “fuñido permiso”, y… ¿saben lo que fue capaz esta? Pues, de condicionar el permiso a que el padre le pague una suma de dinero que ella misma determinó.
Uno de los hijos alcanzó la mayoría de edad y pudo viajar sin problemas, el más pequeño no, y entonces hubo que buscar abogado, apoderar al tribunal para que éste decida lo más conveniente para el interés del niño, que fue por supuesto su residencia y permitir el viaje frente a la negativa de esta” madre”
. En todo esto se perdieron pasajes ya comprados, se invirtió en abogado, y alguaciles y en muchas otras cosas más.
Es hora de revisar esta medida, que en sus orígenes fue fundada producto de un problema internacional por la retención de un niño dominicano que había sido sacado del país, pero, aunque debe mantenerse alguna medida de seguridad los actuales pasos deben revisarse.
Republica Digital debe darle una manito a la Dirección General de Migración, tal vez pueda lograrse como con el papel de no antecedentes penales (Buena Conducta) el pago de impuesto con las medidas correspondientes por supuesto y se imprime de cualquier parte con un código para verificar la autenticidad del documento.
En fin, ellos (DGM) son las autoridades encargadas, que pongan a trabajar las neuronas para lograr solución efectiva. Quizás doña Zoila Martinez como Defensora del Pueblo y vigilante de la buena marcha de los servicios públicos en este caso por parte del propio Estado Dominicano, deba empezar a hacerle una carta de esas que sabe hacer, al señor Director de Migración para que la institución desmonte esta odisea, odiosa y tediosa.
Hasta la próxima.
Dario Nin