La república.- .– Los productores de “Hobbs and Shaw”, el primer “spin off” de la exitosa franquicia de “Fast and Furious”, le deben tener miedo a Vin Diesel. Estos han hecho el nuevo filme, que toma los personajes titulares interpretados respectivamente por Dwayne Johnson y Jason Statham, y lo han empaquetado con tanta acción que parece que no creen que van a tener la oportunidad de hacer más secuelas. Y la realidad es que Dominic Toretto y el resto de la ganga no hacen mucha falta en esta película.
La producción se toma a pecho la clasificación de entretenimiento escapista de verano, lo multiplica por cien y le añade todo lo que fue efectivo en “The Fate of the Furious”: una escala de acción épica donde ningún embuste es descartado siempre y cuando sea explosivo y entretenido, así como la química indiscutible entre Johnson y Statham.
En esta película, las escenas de los personajes titulares buscando el insulto perfecto para alterar al otro son casi tan entretenidas como las secuencias de acción. El que la dirección esté a cargo de David Leitch logra que las convenciones de ese género sean mucho más tangibles y espectaculares para el espectador.
El cineasta tiene la ambición y la elegancia que distinguió el trabajo de Christopher McQuarrie en los últimos dos filmes de “Mission Impossible”. El problema es que su guion viene con todas las tendencias problemáticas que han invadido las últimas tres películas de la serie de “Fast and Furious”.
El guionista Chris Morgan tiene una habilidad para construir una trama de acción completamente enredada que como quiera resulte totalmente inconsecuente a la cantidad de puños o explosiones que esta genere.
Esta película no es una excepción. En la misma, los personajes titulares tienen que ir tras un virus que pone en riesgo al planeta y en el proceso ambos enfrentan a figuras clave de su familia y a un supersoldado/terrorista interpretado por Idris Elba.
Si fuera eso nada más, el entretenimiento del filme no resultaría tan problemático. El problema es que Morgan escribe las escenas de desarrollo de personaje en el tono de una telenovela de los 50.
Afortunadamente esa tendencia es menor en esta película. La diversión escapista es indiscutible y por la primera hora y 45 minutos bastante irresistible. El problema es que el filme dura 35 minutos más, con una secuencia que resalta que el poder de un buen chancletazo no es solo exclusivo en Latinoamérica y varios momentos donde la lógica ni siquiera es considerada para los momentos de acción más importantes.







