La política es una disposición a obrar en una sociedad utilizando el poder público organizado para lograr objetivos provechosos para la poblacion.
La relación entre ética y política es estrecha desde el origen, porque las dos competen a la acción humana, y no hay ninguna acción humana que pueda prescindir de criterios éticos; la ética no va a estar al nivel de adoptar medidas políticas, no es su rol, pero sí de orientar y discernir lo que es humanizante y deshumanizante en la política y proponer o vislumbrar mejores formas de vivir en sociedad.
La ética enriquece la política, puesto que la alimenta de utopía y de sentido crítico y, finalmente, le da mucha mayor legitimidad que si no estuviera. Porque con tanta corrupcion en la política, la gente pierde la fe, la confianza en los políticos, y eso es muy dañino para la sociedad y se crea un ambiente en el que todo vale. Uno se mete en política para ganar algo personal y no necesariamente para trabajar por el bien común, y eso, a la larga, es un daño enorme a la sociedad, es lo que estamos viviendo ahora en nuestro país. Felizmente se empieza a revertir esto porque creo que ahora hay una reacción moral, y eso me parece que es muy positivo. Hay un comienzo de rechazo a la corrupción que espero que se traduzca en que no haya votación para los corruptos, o sea, que no votemos por corruptos, es lo mínimo que podemos pedir.
La ética estudia qué es lo moral, cómo se justifica racionalmente un sistema moral, y cómo se ha de aplicar posteriormente a nivel individual y a nivel social.
Transparencia es la obligación de los sujetos de dar a conocer la información derivada de su actuación, en ejercicio de sus atribuciones. Tiene por objeto generar un ambiente de confianza, seguridad y franqueza entre el gobierno y la sociedad, de tal forma que los ciudadanos estén informados y conozcan las responsabilidades, procedimientos, reglas, normas y demás información generada por el sector público, en un marco de abierta participación social y escrutinio públicos.
La transparencia busca también formar a una ciudadanía sensible, responsable y participativa, que conozca y ejerza sus derechos y obligaciones, y colabore activamente en el fomento de la integridad y combate a la corrupción.
La situación política dominicana, dominada con descaro en los últimos años por la corrupción y el uso partidista de las instituciones, exige más que nunca compromiso político, de que esta vuelva a ser una disposición a obrar en la sociedad utilizando el poder público organizado para lograr objetivos provechosos para la ciudadanía. La política necesita no sólo que se acabe la impunidad en el mal uso del dinero público, sino que se devuelva a la ciudadanía el ámbito de lo común. Las instituciones públicas no son patrimonio del partido en el gobierno, sino un espacio cívico que no debe ser empleado de manera sectaria. Estamos en un momento en el que se debe cuidar la palabra política, salvarla de los que pretenden despolitizarnos y definir con trampas la libertad de conciencia.