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Todos tenemos coronavirus mental

Cristal Acevedo
Cristal Acevedo

Es normal que el instinto de supervivencia de los seres humanos establezca el curso de las emociones y, sobre todo, les abra paso.

De ahí que muchos de los planteamientos de la psicología moderna no se equivoquen y aborden aspectos del comportamiento humano un tanto vinculado a cómo las emociones, sentimientos y sensaciones que percibimos, y asumimos, influyen en situaciones tan trascendentales como la manera en que enfrentamos los desafíos del día a día.

Eso ha pasado con la forma en que los ciudadanos y ciudadanas (del mundo) han enfrentado la actual pandemia de coronavirus que afecta a más de 100 países y ha cobrado la vida de miles de personas, desde China hasta República Dominicana.

Ya ha dicho el ministro de Salud Pública, en múltiples ocasiones, que el acceso a pruebas para detectar la enfermedad, es limitado.

Y seguirá siéndolo, porque para frenar el nivel de pánico y desesperación en que se encuentran muchos dominicanos y dominicanas, habría que realizarle la prueba a los 10 millones de habitantes de la parte Este de la isla de Santo Domingo.

Tomando en cuenta que la gripe, la influenza, la sinusitis y cualquier otra afección con características similares al coronavirus es motivo de preocupación y angustia, para todos, y me incluyo.

Es a eso que he llamado un coronavirus mental. A mi alrededor, la gente ¨se tienta¨, como dirían en el campo, para verificar si tiene fiebre. Bebe miel de abeja con limón, para evitar el contagio, se lava las manos y se esconde al estornudar.

Parecería que todos hemos asumido que cualquier cambio como sospecha de haber contraído la enfermedad, que ya ha cobrado la vida de 10 dominicanos. Y no es justo.

No es justo que nos sometamos día a dia, en este período de cuarentena por demás desesperante, a martirizarnos hasta llegar a somatizar síntomas que no poseemos.

Ya todos los que estornudamos pensamos, ¿Será coronavirus? Y es natural, pues todos deseamos seguir ¨echando el pleito¨.

Pero debemos echarlo con la cabeza fría, sin estrés, sin desesperación. Entendiendo que lo único que nos preservará de no contagiarnos es seguir las recomendaciones de las autoridades, evitar difundir noticias falsas, mantenernos informados y atentos y sobre todo.

Debemos llenar nuestro espíritu y mente de acciones que nos permitan evitar el contagio y si nos contagiamos, sacar la energía necesaria para combatir hasta vencer, liberándonos de ese coronavirus mental, que sin tener la enfermedad, nos está ¨matando a todos¨, pero mentalmente.

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