Yo no tengo problemas con los vietcong. Ningún vietcong me ha llamado nigger (negro)”. Esta frase le bastó a Muhammad Ali para ser condenado casi al olvido el 28 de abril de 1967, el día en que por poco se acaba su carrera de boxeador.
Pero la historia de rebeldía y valentía de Ali, bautizado con el nombre de Cassius Clay, comenzó desde su nacimiento el 17 de enero de 1942 en Louisville (Kentucky), donde los enfrentamientos raciales eran el pan de cada día.
Desde niño aprendió a luchar para superar las injusticias, los prejuicios y la discriminación racial. Además, eran los tiempos del auge musulmán en la comunidad afroamericana estadounidense.
El origen de su amor al boxeo nació de un robo. Lo asaltaron para quitarle su bicicleta cuando tenía 12 años de edad y el policía que recibió su denuncia, que también era entrenador, le aconsejó aprender a pelear ya que ese no iba a ser el primer agravio al que se enfrentaría.
Seis semanas después Clay ganó su primer combate aficionado. Y de ahí en adelante su nombre comenzó a oírse en todos lados hasta convertirse en ‘The Greatest’ (El Más Grande).
Su nombre original, Cassius Marcellus Clay, se lo pusieron sus padres como tributo a un granjero blanco que liberó a los cuarenta esclavos que heredó de su padre. Pero el nombre de Muhammad Ali lo convirtió en leyenda y lo catapultó al estrellato.
Ganó el título semipesado en los Juegos Olímpicos de Roma en 1960 y después, ya como boxeador profesional, su carrera creció vertiginosamente: 19 triunfos en 19 combates, 15 de ellos por nocaut.
“Soy la parte que ustedes no reconocen, pero acostúmbrense a mí. Negro, seguro de mí mismo, engreído”, expresó con su característica verborrea, sin sonrojo alguno y sin miedo, justo cuando comenzaba el activismo social para lograr la igualdad racial en Estados Unidos.
El 25 de febrero de 1964 en Miami, Clay derrotó a Sonny Liston por nocaut técnico en el sexto asalto y se coronó campeón de los pesos pesados de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), el Consejo Mundial (CMB) y de la Comisión Atlética de Nueva York (NYSAC).
Allí en medio de su festejo en el cuadrilátero gritó: “¡Soy el más grande!, ¡Soy el más grande!”. Y lo gritó tanto y tan alto que no solo se lo creyó el, sino que lo demostró al mundo entero.
Pero Clay, el púgil que hizo célebre la frase “flota como mariposa, pica como abeja” o la de “mis manos no pueden golpear lo que mis ojos no ven”, sorprendió al mundo al día siguiente de obtener su primer título mundial con una de sus controvertidas declaraciones.
Anunció que se había convertido a “la Nación del Islam”, y que su nuevo nombre era Muhammad Ali -que significaba ‘el Amado de Dios’-, porque Cassius Clay, según él, era un símbolo de la esclavitud.
A partir de ahí, Ali defendió nueve veces el título: desde la revancha con Liston, en mayo de 1965, hasta la pelea con Zora Folley, en marzo de 1967.
Pero el Gobierno de Estados Unidos le tenía otros planes.
Le exigió al nuevo ídolo deportivo, que generaba pasiones y odios, que se integrara a las filas del ejército y combatiera en la guerra de Vietnam, acción a la cual se negó.
Ali venía postergando en apelaciones su enrolamiento y su postura en contra de la guerra fue mal vista en una sociedad que lo tildó de traidor, antipatriota y que lo veía como un negro que reinaba en un deporte inventado por blancos.
Ese 28 de abril de 1967 el Tribunal Supremo se negó a concederle un nuevo aplazamiento, y Ali se presentó al centro de entrenamiento del ejército en Houston sin saber lo que le esperaba.
La ceremonia de alistamiento se completaba al dar un paso al frente cuando el oficial pronunciara su nombre, pero Ali no lo dio y se quedó en el mismo lugar y en silencio.
En castigo por negarse a ir al frente de batalla, además de quitarle sus títulos, Ali fue sentenciado a cinco años de prisión y le prohibieron boxear por tres años al quitarle la licencia.
Tres años, dos meses y tres días después de coronarse campeón, Ali, de 25 años, era enviado al ostracismo. El veredicto dividió a la sociedad entre partidarios y detractores de ‘El Más Grande’.
En su respuesta al porqué no iba a Vietnam dijo: “No voy a pelear una batalla en la que no creo, es algo injusto. Yo no tengo problema con los vietcong. Ningún vietcong me ha llamado nigger (negro)”.
Durante el tiempo en que estuvo en prisión todo cambió. Hubo protestas en contra de la Guerra de Vietnam y varió la opinión de la sociedad estadounidense que comenzó a entender a Ali y después lo convirtió en ídolo y en figura influyente para toda una generación.
En septiembre de 1970, después de tres años y cinco meses en prisión, un juez federal de Texas revocó la sanción que recibió Ali por considerarla “arbitraria e irrazonable” y la misma comisión que le arrebató sus títulos le otorgó de nuevo la licencia para boxear.
Ali volvió a un ring con 28 años y un récord de 29 victorias con 22 nocauts. Y regresó también más hablador. “Soy el más rápido, el más rudo y el más lindo”, repetía una y otra vez en medio de los aplausos de un público que lo amaba.
No le importaron los años que vivió en prisión, Ali subió a los cuadriláteros para recuperar lo que era suyo. Y sí que lo consiguió.
Protagonizó peleas memorables como su triunfo sobre el argentino Oscar ‘Ringo’ Bonavena en 1970 en Nueva York, o la victoria ante George Foreman el 30 de octubre de 1974, en Zaire, en la denominada The Rumble in the Jungle (La pelea en la selva) donde recobró el título mundial de la AMB y el CMB.
Y ni qué decir de Thrilla in Manila (Suspenso en Manila), la tercera y última pelea ante Joe Frazier por el campeonato mundial de los pesados, para definir al campeón de campeones en Filipinas, el 1 de octubre de 1975, a las 10.45 de la mañana y a más de 40 grados.
Ese mismo año, en su autobiografía, Ali contó que después de regresar a Louisville lanzó su medalla de oro desde un puente del río Ohio por la rabia que sintió cuando le negaron su entrada a un restaurante por ser negro. En los Olímpicos de Atlanta de 1996 recibió una presea dorada de reemplazo.
Ali, también llamado ‘el Campeón de la gente’, tuvo un palmarés de 56 victorias con 37 nocauts, perdió cinco veces y ganó tres campeonatos mundiales de pesos pesados.
Se retiró el 11 de diciembre de 1981, pero desde finales de 1980 ya tenía los primeros síntomas de Parkinson. Tuvo nueve hijos y falleció a los 74 años, el 3 de junio de 2016 en Scottsdale, Arizona. Sin duda, el más grande.