Por Marino Ramírez Grullón
Los acontecimientos económicos que ha originado esta pandemia del Corona virus nos obliga a reflexionar sobre el futuro de los negocios globales entre los que están involucradas las grandes potencias que entre sí manejan el intercambio comercial mundial.
Las inversiones extranjeras que han llevado a la República Popular China a convertirse en la superpotencia emergente de los mercados económicos y de suplidor de productos manufacturados a bajos precios, tendrán que reorientarse ante el cuello de botella que supone la cura del Covid19 con productos casi todos originaros del país asiático.
El común de la gente no se da cuenta de la guerra interna que llevan China Popular y Estados Unidos por la distribución de equipos de salud pública.
Resulta que los pedidos hechos a China y que podrían llevar como ruta alterna cualquier ciudad de Estados Unidos están siendo bloqueados.
Es decir, aviones cargados de productos contra el Corona virus no pueden aterrizar en tierras norteamericanas haciendo más largas las rutas por ende encarecen las entregas.
Además tanto Washington como Bruselas se han visto depender fuertemente de los suplidores chinos que a su vez tienen que vender al propio gobierno de Pekín antes que a sus compradores extranjeros.
Los grandes capitales que llegaron a la China de Deng Xiao Ping en la década de los 70 buscando mano de obra barata y buenas ganancias en base a la explotación de los obreros pisados por el Partido Comunista deben estar pensando como buscar otros espacios de inversión al ver que ahora dependen de un gigante en crecimiento que los puede poner en apuros.
Las inversiones tienen que democratizarse cuando se trate de mercados como Estados Unidos y Europa, esos capitales deben venir a América Latina y otros continentes donde aunque haya democracia, no habrá problemas de suministros ni competencia geopolítica.
Todo lo contrario los capitales de inversión de ahora en adelante deben dar garantías a sus dueños de que además de ganancias haya seguridad de retorno en productos por parte de las maquinarias productivas.
No sólo son ganancias las que necesitan los fondos de inversión, sino que exista certeza de que donde estén esos capitales no haya peligro por parte de los suplidores como ha pasado ahora con la pandemia del Corona virus y los miles de muertos que tanto en Estados Unidos como en Europa han dado la voz de alarma de lo que es tener a un solo país como socio suplidor.