Esto es un gúgol:
10. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000. 000.
Para ahorrarte la suma, se trata de un número 1 seguido de 100 ceros, o como lo expresan los matemáticos, 10^100, publicó BBC Mundo.
Tan grande es que supera la cantidad de átomos que existen en el universo, que las estimaciones actuales calculan en 10^80.
En una conferencia en 1937 el matemático estadounidense Edward Kasner incluso llegó a afirmar: «La mayoría de la gente diría: ‘Es tan grande que es infinito; tan grande que no puedes nombrarlo ni hablar de él’«.
A lo que acotó: «Por lo tanto, hablaré de él. Les diré exactamente qué es».
Y claro que podía hacerlo: Kasner fue quien introdujo el término gúgol, palabra que luego serviría de inspiración para el nombre de una de las empresas más valiosas e influyentes del mundo, Google.
Con muchas «o»
Como docente en la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, Kasner estaba buscando cómo explicar conceptos matemáticos complejos y despertar el interés por esta ciencia.
En concreto, Kasner «quería llamar la atención sobre números que son enormes cuando los dotamos de significado físico y los pensamos como cantidades», explica a BBC Mundo el matemático Javier Aramayona, investigador del Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT) de España.
Fue entonces que se le ocurrió la idea de inventarle un nombre atractivo a uno de estos números grandes, particularmente, al 1 seguido de 100 ceros.
Para eso recurrió a la ayuda de su sobrino Milton Sirotta. Los relatos coinciden en que este tenía 9 años, pero la fecha del diálogo difiere entre principios de 1920 y finales de 1930.
Lo cierto es que Kasner le pidió al niño que bautizara al número. La única condición era que tuviese muchas «o» para representar sus muchos ceros.
Milton no solo acuñó el término gúgol («googol» en inglés), sino también gúgolplex («googolplex»), que es un 1 seguido de gúgol cantidad de ceros y que también se terminó popularizando.
Sin uso práctico
«Los nombres propios sirven simplemente para podernos referir a lo que nombran de manera concisa», dice Aramayona.
Tras recordar que hay infinitos números naturales (1, 2, 3, 4…), el matemático explica que hay ciertos números «enormes» que se conocen por nombres específicos porque están asociados a problemas concretos.
Un ejemplo es el número de Shannon (un 1 seguido de 120 ceros), que «aparece al estudiar la complejidad del ajedrez», o sea, en la estimación de la cantidad de partidas posibles que tiene el juego.
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Si bien el nombre gúgol probó su objetivo de divulgación y sigue vigente unos 100 años después, Aramayona explica que «no tiene una utilidad práctica concreta».
En su opinión, «posiblemente una gran parte de la fama del término gúgol se debe a que sirvió de inspiración para el nombre de Google».
De Backrub a Google
«La historia de Google comienza en 1995 en la Universidad de Stanford», narra la página oficial del buscador, devenido en un imperio tecnológico, comercial y de comunicaciones.
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Fue allí donde Larry Page y Sergey Brin se conocieron y donde, un par de años después, «trabajando desde sus dormitorios, crearon un motor de búsqueda que utilizaba enlaces para determinar la importancia de páginas individuales en la world wide web», y al cual llamaron Backrub.
«Poco después, Backrub pasó a llamarse Google (¡uf!)», afirma la propia compañía.
«El nombre era un juego de palabras con la expresión matemática usada para el número 1 seguido de 100 ceros y reflejaba acertadamente la misión de Larry y Sergey de ‘organizar la información del mundo y hacerla universalmente accesible y útil'», agrega.
Hasta hace unos años, esa biografía corporativa incluso decía que el juego de palabras reflejaba su «misión de organizar la inmensa cantidad de información aparentemente infinita disponible en la web».
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Sin embargo, en el bestseller «La historia de Google», de David A. Vise y Mark Malseed, se cuenta que no deletrearon distinto el nombre del número de Kasner para encontrar un dominio disponible o para hacerlo más único.
Fue un simple error de deletreo durante la lluvia de ideas.
Por otra parte, la oficina central de la compañía en Mountain View, California, se llama Googleplex, un uso lúdico de los términos «gúgolplex» y «complex», complejo edilicio en inglés.
Visualizar un gúgol
A pesar de tener un nombre pegadizo y de comparaciones como la cantidad de átomos en el universo o de información disponible en la web, dimensionar un número tan grande como el gúgol puede resultar difícil.
Eso fue lo que se propuso el diseñador holandés Daniel de Bruin para celebrar sus mil millones de segundos de vida, que cumplió el pasado 1 de marzo exactamente a las 14:52.
Para su aniversario, De Bruin presentó su máquina que visualiza el gúgol.
«La máquina está compuesta por 200 engranajes, de los cuales 100 tienen 100 dientes y los 100, 10 dientes», explica a BBC Mundo.
«Los engranajes están conectados de manera tal que, cuando el primer engranaje da una vuelta, el segundo engranaje gira 1/10 de una rotación. O sea, es diez veces más lento», continúa.
El tercer engranaje gira diez veces más lento que el segundo, por lo que el primero debe girar 100 veces para darle una vuelta al tercero. Y así sucesivamente.
En otras palabras, dice, «para que el último engranaje rote una sola vez, el primero tendrá que girar un gúgol de veces».
La máquina, cuyo video de presentación en YouTube ronda los 900.000 vistas y en Instagram las 230.000, despertó tal interés que De Bruin trabaja actualmente en una nueva versión que pueda rotar de por vida.
«Esta versión va a dar una vuelta por segundo, es decir, 31.536.000 vueltas por año», cuenta.
«Entonces, tras vivir 85 años, has sido testigo de dos vueltas del engranaje número nueve. Pero para ver al décimo engranaje completar un giro, tendrás que esperar otros 220 años», agrega.
Quizás por esos tiempos inalcanzables para la vida humana, una y otra vez en los comentarios, por mensaje privado y hasta por correo electrónico De Bruin recibió la pregunta de qué pasaría si hiciera funcionar la máquina al revés, es decir, si girara el último engranaje.
«Creo que es una pregunta que despierta la imaginación», dice.
«También muestra que algunas personas simplemente no tienen idea de cuán grande es este número o no comprenden cómo funcionan los engranajes», reconoce.
Pero, al ver que tantos lo preguntaban (y algunos hasta lo exigían), De Bruin decidió hacer un video donde justamente gira esa última pieza a mano, provocando que lentamente todos los engranajes anteriores empiecen a acelerar y acelerar hasta crear un agujero negro.
Luego, el video muestra lo que realmente pasó: nada.