Rocío Carrasco regresa a televisión con el programa «Lazos de sangre», aunque a decir verdad, nunca ha dejado de estar presente en los medios de comunicación por los conflictos con su familia tras la muerte de su madre, Rocío Jurado, los rifirrafes con su ex marido y la inexistente relación con sus hijos.
Rocío Carrasco, hija de la cantante Rocío Jurado y el boxeador Pedro Carrasco, habla poco con los medios de comunicación, prefiere guardar silencio y que los demás piensen lo que les de la gana sobre su vida.
Desde el fallecimiento de Rocío Jurado han sido pocas las declaraciones que ha hecho sobre la figura y la trayectoria profesional de su madre, en los últimos tiempos alguna palabra suelta sobre el musical «Qué no daría yo por ser Rocío Jurado», la dilatada apertura del museo en Chipiona en homenaje a su madre o cómo va su matrimonio con Fidel Albiac. Poco más.
Ni siquiera ha roto ese silencio para responder a su hija Rocío Flores, con quien rompió su relación desde que se fuera a vivir con su padre a Málaga, tras un duro enfrentamiento con ella el 27 de julio del año 2012.
Rocío Flores, de 23 años, «Ro», como la llamaba su abuela, la cantante de «Se nos rompió el amor», ha desvelado en los platós de Telecinco que lo está pasando mal, y ha pedido a su madre reconstruir su relación, pero por el momento, Rocío Carrasco, ni una palabra.
Pero no siempre ha sido así de reservada. La hija de Rocío Jurado, Rociíto como se la conoce popularmente, es famosa antes de nacer, ya en el vientre de su madre se la consideró el bebé más caro, su madre embarazada anuló contratos que superaban los 50 millones de las entonces pesetas.
A las pocas horas de nacer un 29 de abril de 1977, fue presentada en sociedad en la habitación 206 de clínica madrileña de Nuestra Señora de Loreto con brindis de champán incluido.
Sus apariciones en la prensa de sociedad han sido continuas y a través de sus páginas se ha sabido que era una niña traviesa y una estudiante mediocre que cambio los libros por el mundo de la moda, una profesión que ejerció hasta que, poco tiempo después, sintiera fascinación por la televisión. María Teresa Campos, su hada madrina.
Su primera boda con 18 años
Corría el año 1994 cuando Rociíto conoció a Antonio David Flores, un joven auxiliar de guardia civil, se enamoró locamente, abandonó el lujoso nido familiar de La Moraleja para vivir en un humilde piso de Argentona (Barcelona).
Una decisión que no contó con el beneplácito de la Jurado, pero como el amor mueve montañas, con tan solo 18 años, se casa en la finca «Yerbabuena» en Castilblanco de los Arroyos (Sevilla).
La joven pareja se convirtió en objetivo de la prensa rosa, descubrieron que les era rentable y juntos protagonizaron algunas de las portadas que alcanzaron récords de ventas como la boda o el nacimiento de su primer hijo.
Seducidos por los focos, Rocío y David contaban sin parar sus andanzas profesionales, desde sus pinitos en el mundo inmobiliario a la recuperación de su figura gracias a la dieta de la alcachofa. Días de vino y rosas.
Solo cuatro años después de ser madre, comenzó su gran batalla por el divorcio y la custodia de sus dos hijos. Rociíto cobró gran protagonismo en la prensa, y en noviembre de 1999 anunciaba que se separaba de su marido, «intuyó que ha habido otra mujer en la vida de David», explicaba.
La sentencia de separación fue hecha pública en febrero de 2001, ahí comenzó una lucha que se ha alargado en el tiempo 17 años. Roto su matrimonio, comenzó su vida con Fidel Albiac con quien se casó en septiembre de 2017. «Fidel y yo llevamos 20 años de glorioso encierro», explicaba Rocío Carrasco a la revista Hola, el pasado mes mayo.
Pero la vida de Rocíito no ha sido nada fácil. Muchos reveses. Un embarazo muy joven, la repentina muerte de su padre, el cáncer de páncreas que terminó con la vida de su madre, los continuos enfrentamientos con su exmarido en los tribunales y el distanciamiento de su familia son algunas de las notas que no ofrecen una alegre melodía.
«La más grande», apelativo que se ganó Rocío Jurado por su gran voz, murió como deseaba rodeada de toda su familia, su marido Ortega Cano, sus tres hijos, Rocío, José Fernando y Gloria Camila, y su dos nietos, la pequeña «Ro» y David.
Un núcleo familiar que se ampliaba con sus hermanos Amador y Gloria, sus cuñados, Rosa Benito y José Antonio Rodríguez, y sus siete sobrinos, todo un clan con el que la primogénita no mantiene relación alguna.
Ahora, tras cuatro años sin aparecen en pantalla desde que trabajara en «Hable con ellas», Rocío Carrasco emprende una nueva etapa profesional como colaboradora de Televisión Española en «Lazos de Sangre», un programa que quizá le brinde la oportunidad de soldar sus propios lazos familiares.
Agencia EFE