CARACAS, EFE.- Ni manifestaciones ni negociaciones ni elecciones ni presión internacional. Mucho menos las intentonas militares con aire desesperado. Nada ha funcionado para la oposición venezolana, que hoy se muestra sin un as bajo la manga, desde que se puso al frente Juan Guaidó y lanzó la mayor apuesta contra el chavismo.
Ahora, a los opositores se les plantea el enésimo dilema: las elecciones legislativas del próximo 6 de diciembre con el Consejo Nacional Electoral (CNE) como árbitro, puesto en duda por sus vínculos con el chavismo. Partidos arrebatados a sus líderes y entregados a disidentes acusados de haberse dejado sobornar complican más el panorama.
Los opositores califican el proceso como “una farsa” y las condiciones parecen, a todas luces, poco claras. Sin embargo, no proponen una alternativa.
¿Y AHORA QUÉ?
El internacionalista y experto en política venezolana y latinoamericana Dimitris Pantoulas considera que, en 2020, la oposición venezolana “se queda en un callejón sin salida porque todas las opciones que tenían ya no están sobre la mesa”.
Además, “sus aliados internacionales ya no están dando los pasos (adecuados) porque están en problemas internos o porque no están tomando las acciones que podrían hacer sentar a (el mandatario Nicolás) Maduro en una mesa y negociar una salida pacifica en Venezuela”.
Lejos queda aquel 23 de enero de 2019, en el que Guaidó juró en público el cargo de presidente interino, ajustado a una lectura de la Constitución que le permitía serlo por 30 días, y puso a Maduro en el mayor aprieto hasta la fecha.
Desde entonces, el fervor en las calles ha ido decayendo y, aunque todavía se percibe cierto afecto hacia él en la ciudadanía, no ha sido capaz de canalizar el descontento en multitudinarias manifestaciones que hagan tambalearse al Gobierno.
Entre tanto, la presión internacional contra el chavismo se ha multiplicado en forma de sanciones contra personas y empresas además del famoso “cerco diplomático” que ha llevado a casi 60 países a reconocer a Guaidó como presidente interino y desestimar en la práctica a Maduro como mandatario legítimo del país.
Sin embargo, un año y medio después, siguen siendo los mismos quienes ocupan las instituciones de Venezuela y las necesidades de las relaciones internacionales han llevado a los países que reconocen a Guaidó a mantener relaciones de distinto tipo con el Gobierno de Maduro, con lo que se ha atenuado la falta de reconocimiento del mundo.
Ahora, al ser preguntado por las opciones que le quedan, Guaidó solo ha dicho que se incrementará la presión internacional, pero se antoja complicado imaginar un aumento de esta que pueda hacer crujir los cimientos del chavismo en el poder.
DOS INTENTOS A LA DESESPERADA
Los dos casos más sorprendentes fueron el fallido -y diminuto- levantamiento militar del 30 de abril de 2019 y las dos fracasadas -y minúsculas- acometidas contra la costa de sendos botes con voluntarios venezolanos armados y exsoldados estadounidenses que trabajaban para una empresa contratista, lo que muchos consideran en el mundo como “mercenarios”.
El 30 de abril mostró que la solidez del apoyo militar a Maduro era difícil de desbancar y, por distintas razones, mostró un rotundo fracaso aderezado con mucha improvisación.
Más sorprendente aún fueron los intentos de invasión protagonizado por medio centenar de personas a primeros de mayo, muchos de ellos exmilitares y expolicías venezolanos. A su lado, dos exmilitares de una empresa que llegó a firmar un contrato con uno de los principales asesores de Guaidó, J.J. Rendón, quien aseguró que nunca dio “luz verde” al ataque y solo sondeaba posibilidades.
Sin embargo, la falta de transparencia y el tiempo que se tomó Guaidó a la hora de dar explicaciones, multiplicaron las teorías y las dudas.
Para Pantoulas, que reside en Caracas, esa operación “mostró desesperación”, especialmente porque días antes se filtró a la prensa.
“Era un secreto en voz alta. Es extraño que después de tener revelaciones públicas al respecto intentes hacerlo. Esto muestra desesperación, falta de organización y creo que Guaidó ya no tiene otras cartas”, sostiene.
Para él, aquel intento, que se saldó con ocho muertos y medio centenar de detenidos, fue “su último respiro” político.
LOS ALIADOS POR UNA NEGOCIACIÓN
En opinión del internacionalista, es necesario observar quiénes son los aliados políticos de Guaidó y considera que “EE.UU. no tiene una posición clara”, lo que no ayuda al opositor.
“Y si me preguntas cuál sería la mejor opción, para la oposición venezolana es siempre hacer con EE.UU. y Europa un bloque y ayuda en una negociación pacífica con Maduro y apoyarla desde dentro”, sostiene acerca de una posibilidad a la que ha negado tajantemente, al menos en público, Guaidó y que no parece estar en su agenda.
EL FUTURO SIN GUAIDÓ
Cuando ya se atisba el final político de Guaidó, vuelven a surgir las dudas habituales en una oposición muy acostumbrada a tener múltiples cabezas tratando de mostrar músculo y fragmentando los distintos esfuerzos, algo que fue capaz de atenuar desde el 23 de enero de 2019.
En opinión de Pantoulas, puede dividirse en tres sectores: “una oposición nada moderada, sino cómplice de los planes de Maduro”, otro sector bajo el liderazgo de Guaidó, “que podría estar dentro de Venezuela o en el exilio” y “una posición radical pidiendo cosas que no se van a cumplir porque las pides de personas sobre las que no tienes mandato”.
En el último caso, se refiere a las múltiples voces que piden una intervención militar de EE.UU., una alternativa que, sorprendentemente, ha ganado fuerza con el paso de los meses y pese a la nula respuesta del presidente estadounidense, Donald Trump.
ALIADOS PODEROSOS, CONDICIONES COMPLEJAS
Hoy, explica Pantoulas, el mandatario se siente “superpoderoso”, tras haber vencido el pulso y contar con la ayuda reforzada de Rusia, “dispuesto a ayudar a Maduro incluso militarmente”, e Irán, por lo que parece haber llegado al que parece ser su modelo ideal: “un partido, un Estado”.
Con un presidente que se muestra más sólido y fortificado, las causas que forjan a la oposición siguen igual de vigentes, pues la crisis económica y social sigue haciendo estragos en Venezuela.
Por tanto, “Maduro no está tan seguro de si va a tener o no problemas dentro de Venezuela” en un futuro cercano.
Dependerá entonces de la habilidad política de la oposición para reinventarse y ser capaz de elaborar una nueva reconstrucción para volver a plantar cara al jefe de Estado. Y todo hace pensar que será con una dirección renovada que, necesariamente, debe estar alejada de egos.