ROMA, EFE.- La pandemia de coronavirus en Italia, uno de los países más afectados, golpeó con más dureza a los estratos vulnerables de la sociedad, aumentó las desigualdades sociales y la precariedad en el trabajo, especialmente en el empobrecido sur del país, según el informe anual del Instituto Nacional de Estadística.
El estudio, presentado hoy en la Cámara de los Diputados, dibuja una estructura social en crisis ya antes del impacto de la COVID-19, que previsiblemente agravará una reducida movilidad entre clases y frenará aún más la baja natalidad que se da en Italia.
“La precariedad, el trabajo a media jornada y la conciliación, más difícil con el cierre de las escuelas y la imposibilidad de recurrir a las redes familiares, provoca un riesgo de amplificación de las desigualdades y la desventaja de las mujeres”, expone el ISTAT.
El informe también alerta del los riesgos del cierre de las escuelas y la educación a distancia: “la desigualdad entre los niños crece por la brecha digital y la falta de equipos informáticos”, ya que un 12 % de los menores entre 6 y 17 años no tienen ordenador, cifras que suben hasta el 19 % en el sur.
El teletrabajo, implantado a toda velocidad en Italia por la rápida expansión del virus, tiene una gran “potencialidad” pero también pone de manifiesto las diferencias en materia digital en las distintas partes del país, además de diluir la frontera entre el horario de trabajo y de ocio.
El panorama en el sector del laboral ya era oscuro antes de la pandemia, ya que los jóvenes, los trabajadores del sur y aquellos con menor instrucción no han recuperado los niveles de ocupación de antes de la crisis del 2008.
Aunque la desigualdad entre hombres y mujeres en cuanto a ocupación se ha reducido en la última década, ellas trabajan en sectores más precarios o con horarios considerados “antisociales”, nocturnos, por turnos o en fines de semana.
La crisis económica derivada de la pandemia se ha cebado con el elevado número de trabajadores irregulares, más de seis millones de personas, especialmente en el trabajo doméstico (el 58,3 % de total del sector) y en la agricultura (23,8 %).
Estas condiciones de trabajo y el “clima de incertidumbre y miedo” asociado a la crisis del coronavirus, provocan una gran caída de la natalidad en el futuro próximo y se espera que nazcan en 2021 nazcan 396.000 niños, un rápido descenso frente a los 439.000 que nacieron en 2018.
En cuanto a los indicadores económicos, el ISTAT presenta un panorama incierto en una economía ya estancada antes de la pandemia, que pasó de tener un débil crecimiento del PIB del 0,3 % en 2019 a una caída del 5,3 % en el primer trimestre de 2020.
Durante el confinamiento, aumentó la valoración que hacen los italianos de algunas sus instituciones, especialmente de la Protección Civil, que puntúan con un 8,7 en una escala del 1 al 10, o del personal sanitario, que recibe un 9.
Respecto a los efectos en la mortalidad del virus, se certifican grandes aumentos en las provincias más afectadas, como la de Bérgamo, donde aumentó un 571 % en marzo, Cremona (401 %) o Lodi (377 %), todas ellas en la región de Lombardía, donde la enfermedad golpeó con más fuerza.
En todo el país la mortalidad aumentó en marzo casi un 50 % respecto a la media de los últimos cuatro años, con lo que se registraron 80.000 fallecidos, 26.000 más que de normal.