Puerto Príncipe, 18 ago (EFE).- El copresidente de la Comisión Multisectorial para la Gestión de la Crisis de la COVID-19 en Haití, Jean William Pape, afirmó que el 16 % de las personas que regresan al país desde la vecina República Dominicana están infectadas de COVID-19.
Un 16 % «es un número enorme», a juicio del doctor, y se trata de positivos confirmados mediante PCR, de modo que cursan la enfermedad de manera activa en el momento de ingresar al país, apuntó Pape, que maneja datos precisos de la institución Geskio, que ha estado dirigiendo durante las últimas décadas.
Los puntos de evaluación en la frontera para determinar si las personas padecen el coronavirus se encuentran en Malpasse, el paso fronterizo más próximo a la capital, y Ouanaminthe (norte), y ahí se registra el 95 % de los casos positivos de personas que llegan al país, frente a la condición de los que llegan por vía aérea, afirmó en rueda de prensa.
La gente que regresa de República Dominicana representa un peligro para Haití, según el gobierno haitiano, aunque desde hace al menos un mes las cifras de las contagios importados han desaparecido del boletín del Ministerio de Salud Pública y Población.
«Actualmente, la mayoría de los casos son transmisiones internas», dijo Pape, quien señaló que en la frontera trabajan instituciones como la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la ONG Zanmi Lasante y la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (Unops).
Cinco meses después de registrarse los dos primeros casos de coronavirus en Haití, el 19 de marzo, el país suma 21.686 casos sospechosos de la enfermedad, 7.921 casos confirmados y 196 muertes, mientras que 5.235 personas se han recuperado.
De estos 7.921 casos confirmados, el 41.6 % son mujeres y 58.4 % hombres y la tasa de letalidad se estima en un 2 %, según los datos facilitados por las autoridades sanitarias, que se complacen por haber evitado las predicciones más alarmistas gracias a la rápida toma de decisiones.
En Haití se están reanudando todas las actividades cotidianas, la normalidad ha vuelto a escuelas, iglesias, industrias de subcontratación, y la población vive como si la pandemia de la COVID-19 ya no afectara al país.
Sólo en el ámbito escolar se ha vuelto a generalizar el uso de máscaras, debido a que con la reanudación de las clases se ha establecido su obligatoriedad, pero en la calle muy pocas personas utilizan este sistema de protección.