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El enemigo de mi enemigo es mi amigo: disidentes chinos a favor de Trump

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El caso más destacado es Chen Guangcheng, abogado chino de derechos humanos que escapó de China en 2012 gracias a la mediación de la Casa Blanca -en la que entonces residía Barack Obama- y que apareció por primera vez como parte de la campaña de Trump el pasado 26 de agosto.

EFE.- Percibido por muchos como una amenaza para la democracia, el presidente de EEUU y candidato a la reelección, Donald Trump, ha encontrado sin embargo aliados entre varios disidentes chinos, que ven en su estrategia de confrontación con Pekín la forma de frenar al régimen comunista.

El caso más destacado es Chen Guangcheng, abogado chino de derechos humanos que escapó de China en 2012 gracias a la mediación de la Casa Blanca -en la que entonces residía Barack Obama- y que apareció por primera vez como parte de la campaña de Trump el pasado 26 de agosto.

«Creo que la Administración Trump comprende bien al Partido Comunista de China (PCCh) y siento que en los últimos cuatro años Trump le ha asestado al PCCh un golpe contundente», cuenta a Efe Chen, quien se ganó la antipatía del Gobierno chino por su defensa de víctimas de la política de hijo único y pasó varios años encarcelado.

«Trump -prosigue el letrado invidente- sabe distinguir entre el PCCh y China. Mucha gente no sabe la diferencia. El PCCh no es solo un peligro para su propia gente, sino que también constituye una amenaza para todo el mundo».

Según Chen, una victoria del candidato demócrata, Joe Biden, supondría una vuelta a lo que denomina «la política de conciliación» para con la superpotencia asiática, lo que pondría en riesgo tanto «una futura democracia en China» como «la propia democracia estadounidense».

Además, el abogado chino cree que Trump ha hecho bien en desentenderse de varios mecanismos internacionales ya que -sostiene- «esas instituciones no son capaces de llevar a cabo sus misiones originales debido a la infiltración y la corrosión del PCCh, y por eso EEUU las ha abandonado. Un buen ejemplo es la participación de China en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU».

«Llevará años cambiar la política de conciliación de la comunidad internacional, y será difícil», opina Chen, pero espera que después se llegue a «una relación entre los Estados Unidos y el pueblo chino, apoyando a la gente y eliminando el autoritarismo»

Para el abogado Sui Muqing -dedicado a casos de defensa de los derechos humanos hasta que las autoridades chinas le retiraron la licencia para ejercer la profesión hace casi dos años-, una victoria de Trump permitiría que la primera potencia mundial «siga en una línea dura con China y la obligue a cumplir con las normas del mundo civilizado».

«El Gobierno de EEUU tendría que haber terminado la ‘política de conciliación’ con China hace tiempo», señala Sui.

En su opinión, la tolerancia de Bruselas y Washington hacia China solo ha servido para que «el totalitarismo chino crezca».

«Los intentos de una evolución pacífica han fallado», remata.

En el caso de Xu Yan, su apoyo a Trump se debe a pura desesperación y a la actitud de Washington respecto al caso de su marido, el reputado abogado de derechos humanos Yu Wensheng, detenido el 19 de enero de 2018 y al que su mujer no ha visto desde entonces, salvo por una videollamada de cinco minutos realizada en abril de ese año.

Yu -que pidió modificar la Constitución y se querelló contra el Gobierno de Pekín por la contaminación en la ciudad- fue juzgado en secreto y condenado, el pasado 17 de junio, a cuatro años de cárcel, de los que le restan 19 meses si se le descuenta el tiempo transcurrido entre rejas antes de la sentencia.

Su esposa sospecha que el deterioro físico de Yu, del que ha recibido información en los últimos meses a través de un abogado (caída de dientes, dolores en la boca que le impiden masticar bien y temblor ya crónico en la mano derecha), se debe a torturas y a un trato deficiente durante su reclusión.

«Durante los últimos 3 años, he contado con la ayuda de Estados Unidos. La Embajada de EEUU en China se ha esforzado mucho con el caso de Yu, y tanto el portavoz de la legación como el secretario de Estado (de EEUU, Mike Pompeo) han hecho declaraciones al respecto», relata.

Según Xu, Trump se ha convertido en una inspiración para algunos activistas chinos, que han visto cómo un presidente de EEUU se atrevía a plantar cara abiertamente a China.

«Por todo eso, quiero que gane Trump», apunta, aunque agrega: «Pero si otros candidatos ganan, también voy a felicitarles. Querría que el presidente y EEUU siguieran ayudándome con el caso de Yu Wensheng».

A Cao Yuxue, residente en EEUU y fundadora de la web de noticias de derechos humanos China Change (chinachange.org), el apoyo de activistas chinos pro-derechos humanos a Trump le resulta «controvertido» y jamás había presenciado tal debate en ese círculo en anteriores elecciones en el país norteamericano.

De hecho, también son muchos, en el colectivo de chinos opositores a Pekín, quienes opinan que Trump no tiene el menor interés en la democratización de la superpotencia asiática o en que Pekín cumpla con sus obligaciones internacionales en materia de derechos humanos, y saben que Trump ha confraternizado con su homólogo chino, Xi Jinping, cuando le ha convenido.

Al otro lado del estrecho de Formosa, en Taiwán (isla gobernada de manera autónoma desde 1949 cuya soberanía se atribuye Pekín), también hay numerosos partidarios del candidato republicano.

O al menos, así lo indica una reciente encuesta publicada este martes por la Fundación de Opinión Pública de Taiwán sobre una muestra de 1.080 taiwaneses mayores de 20 años: el 53 % se confesó favorable a una victoria de Trump, mientras que el 31,5 % desean su marcha.

Esto supone un aumento respecto a agosto, cuando un 48,1 % le mostraron su apoyo al empresario y político, que ha hecho de Taiwán (con quien Washington cortó relaciones diplomáticas en favor de China en 1979) uno de los ejes de su política en Asia.

Su actitud en este frente ha contribuido al aumento de la tensión entre China y Taiwán durante su mandato, y EEUU ha aprobado recientemente varias partidas de venta de armamento a Taipéi, que busca blindarse de una posible ofensiva china, ya que Pekín continúa defendiendo una «reunificación».

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