Yahoo.- finales de los 90, el nombre y el rostro de Josh Hartnett parecían estar en todas partes. Tras encarnar a Michael Fitzgerald en la serie Cracker, se convirtió en estrella del terror por sus papeles en Halloween H20 (1998) y The Faculty (1998), pero también conquistó a los amantes del mejor cine indie en Las vírgenes suicidas (1999) e incluso triunfó en el cine bélico con Pearl Harbor (2001) y Black Hawk derribado (2001).
Sin embargo, su estrella se apagó tan rápido como se había encendido. O, más bien, la apagó él solito.
Muchos recordarán que este arquetipo de “chico bueno” se alzó como uno de los mayores sex symbols de su generación, pasando a ocupar portadas de revistas y a forrar carpetas de escolares por todo el mundo, desatando la envidia de miles de fans cuando apareció como nuevo novio de Scarlett Johansson (con la que compartió reparto en La dalia negra).
Entonces, ¿por qué dejamos de oír hablar de él? La respuesta es sencilla y a la vez compleja dado que mucho se ha especulado sobre su retirada de las grandes ligas. Se lo achacó de planificar mal su carrera, de escoger un puñado de papeles prometedores que tuvo el desacierto de rechazar o de hasta haber sido pareja de Jennifer Aniston. Sin embargo, la realidad sería muy diferente tal como contó él mismo en una entrevista reciente. Fue un retiro a destiempo en su Minnesota natal lo que le sirvió para recapacitar sobre sus malas decisiones.
Hoy, a sus 42 años y siendo padre de dos niños que tuvo con su esposa, la actriz británica Tamsin Egerton, Hartnett está muy lejos de la icónica superestrella en la que hace dos décadas prometía convertirse.