EFE.- El papa Francisco ha limitado con un motu proprio (documento papal) la celebración de las misas tridentinas, las celebradas en el rito antiguo, y ha estipulado que sean los obispos quienes se encarguen de dar las autorizaciones, informó hoy el Vaticano.
El pontífice argentino ha explicado en una carta a los obispos que modifica las normas de las celebraciones de las liturgias en latín, de forma que ya no se podrán celebrar en las iglesias parroquiales.
En 2007, Benedicto XVI firmó un motu proprio en el que facilitaba la celebración de la misa en latín y en una carta explicaba que el Misal salido del Concilio Vaticano II «es y permanece» como la forma «normal» de la liturgia y que el tridentino es el «extraordinario».
Además, precisó entonces que la misa en latín según el rito tridentino nunca fue jurídicamente suspendida y siempre estuvo permitida, y que en estos años muchas personas y movimientos como el del cismático arzobispo Lefebvre permanecían ligadas a la misma, de ahí la necesidad de un reglamento más claro para llegar, además, a «una reconciliación interna en el seno de la Iglesia».
Dice que envió en 2020 un cuestionario a la Congregación para la Doctrina de la Fe para ver cómo se estaban desarrollando las misas tras el documento papal de Benedicto XVI y que las respuestas obtenidas le dolieron y le preocuparon, y por eso optó por intervenir.
«Los libros litúrgicos promulgados por los santos pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, de acuerdo con los decretos del Concilio Vaticano II, son la única expresión de la lex orandi del Rito Romano», ha añadido.
Además, el obispo será el «responsable de regular las celebraciones litúrgicas en su propia diócesis» y «es de su exclusiva competencia autorizar el uso del Misal Romano de 1962 en la diócesis, siguiendo las directrices de la sede apostólica».
En aquellas diócesis en las que uno o más grupos celebren habitualmente la misa con el rito antiguo, el obispo velará para que no se excluya «la validez y legitimidad de la reforma litúrgica, de los dictados del Concilio Vaticano II y del Magisterio de los supremos pontífices».
Indicará los lugares donde los fieles podrán reunirse, nunca en las iglesias parroquiales, y los días en los que se permitirán estas celebraciones eucarísticas con el uso del Misal Romano promulgado por San Juan XXIII en 1962.
«En estas celebraciones, las lecturas serán proclamadas en lengua vernácula, utilizando las traducciones de la Sagrada Escritura para uso litúrgico, aprobadas por las respectivas Conferencias Episcopales», añade.
Francisco subraya finalmente que «los sacerdotes ordenados después de la publicación de este motu proprio, que pretendan celebrar misa con el Misal Romano de 1962, deberán presentar una solicitud formal al obispo diocesano que consultará a la sede apostólica antes de otorgar la autorización» y que los que ya lo hagan tendrán que pedir autorización para seguir haciéndolo.
Los grupos conservadores católicos piden desde hace tiempo que se mantengan los dos ritos y recientemente el cardenal Robert Sarah, que en el pasado se mostró crítico con el pontífice argentino, dijo en las redes sociales que «el respeto por las dos formas ordinarias y extraordinarias de la liturgia latina nos llevará a un impulso misionero por la evangelización».