EFE.- El mayor fabricante de microprocesadores del mundo, el estadounidense Intel, anunció este jueves una caída interanual de beneficios del 22 %, coincidiendo con la escasez de chips que vive el sector a raíz de la pandemia de covid-19.
El fabricante de microchips y equipamiento electrónico logró entre enero y junio unos beneficios de 8.422 millones de dólares, frente a los 10.766 millones ganados en el mismo período del ejercicio 2020.
En cuanto a la facturación, la empresa con sede en Santa Clara (California, EE.UU.) ingresó en la primera mitad del año 39.304 millones de dólares, ligeramente por debajo de los 39.556 millones de hace un año.
Que los beneficios hayan bajado tanto en comparación con los ingresos se explica por el aumento de los gastos a lo largo de este año, en que la compañía ha dedicado casi 1.000 millones de dólares más a investigación y desarrollo y 2.300 millones adicionales a operaciones de reestructuración.
Los accionistas de la firma, por su parte, se embolsaron en el primer semestre 2,08 dólares por título, frente a los 2,53 del mismo periodo del año pasado.
Fabricantes de vehículos y dispositivos electrónicos de todo el mundo han tenido dificultades de producción en los últimos meses a causa de un cuello de botella en el suministro de semiconductores generado por el gran aumento de la demanda a raíz de la pandemia de covid-19 y las complicaciones logísticas también derivadas del coronavirus.
A finales de mayo, el consejero delegado de Intel, Pat Gelsinger, advirtió que la escasez de semiconductores puede durar años.
«Aunque la industria ha dado pasos para responder a las limitaciones a corto plazo, todavía puede llevar un par de años que el ecosistema responda a la escasez de capacidad de fundición, sustratos y componentes», aseguró en una intervención virtual en una feria del sector en Taipei.
Que el sector de la automoción sea uno de los más afectados por la falta de chips se explica porque los últimos modelos van equipados con multitud de componentes electrónicos, desde los equipos de navegación hasta las cámaras traseras, que necesitan microprocesadores para operar.
Así, se están dando casos en los que la producción de vehículos cuyo coste de construcción asciende a varios miles de dólares se encuentra completamente parada porque faltan microchips que apenas cuestan unos pocos centavos.
Al margen de los vehículos, la pandemia incrementó notablemente la demanda de dispositivos electrónicos como ordenadores, tabletas y videoconsolas, ya fuese para dar respuesta a las nuevas necesidades creadas por la transición al trabajo y la enseñanza en remoto o por el aumento del tiempo de ocio en casa.
Uno de los segmentos de negocio de Intel que más bajó en los pasados meses fue el Grupo de Centro de Datos, dedicado a la fabricación de microchips para proveedores de servicios de computación en la nube y otros servicios de internet, que facturó 12.019 millones de dólares frente a los 14.110 millones de la primera mitad de 2020.
La mayor fuente de ingresos de la compañía, el Grupo de Computación para Clientes, dedicado a la producción de chips para ordenadores, vendió por valor de 20.714 millones de dólares, por encima de los 19.271 millones del mismo período del año pasado.
Los resultados de Intel no convencieron a los inversores en Wall Street y las acciones de la firma cedían un 2,77 % hasta los 54,46 dólares por título en las operaciones electrónicas posteriores al cierre de los parqués neoyorquinos.