Tecnologia

El lado oscuro de cambiar las llamadas por el WhatsApp

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La conversación no solamente es necesaria para que los niños aprendan a hablar, sino que está en la esencia de la propia naturaleza social de nuestra especie. Conversando nos comunicamos con los otros, pero también, y sobre todo, aprendemos a cooperar. 

EFE.-Una de las ramas más desafiantes de la Lingüística es la que describe los mecanismos que regulan nuestras conversaciones cotidianas. Cuando explico a mis estudiantes cómo funciona una conversación, a menudo la comparo con un baile. Como en una coreografía ensayada hasta el infinito, los interlocutores coordinan sus acciones para hacer posible el milagro del diálogo.

La conversación no solamente es necesaria para que los niños aprendan a hablar, sino que está en la esencia de la propia naturaleza social de nuestra especie. Conversando nos comunicamos con los otros, pero también, y sobre todo, aprendemos a cooperar.

Los expertos han descrito con detalle cómo funciona una conversación: un modelo culturalmente determinado que regula cuándo hablar y cuándo callar, cómo pedir y ceder la palabra y hasta el tiempo en el que resulta cortés mantenerla.

Lo aprendemos desde niños como parte de nuestro proceso de socialización. Y, aunque en algunas ocasiones puedan identificarse pequeñas disfunciones (interrupciones inesperadas o turnos que se solapan), las más de las veces funciona con la precisión de un reloj suizo.

Sin embargo, por muy admirable que resulte este milagro no podemos ignorar que presenta ciertas limitaciones. Así, la escritura surgió en parte para compensar la evanescencia de la palabra hablada. Y desde las señales de humo hasta el telégrafo muchos ingenios tecnológicos sirven para comunicar más allá de donde los sonidos llegan de forma natural.

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