Tras el rezo del ángelus dominical en la plaza de San Pedro, el papa expresó su cercanía «a las queridas poblaciones afectadas duramente» por el terremoto y su oración por las víctimas y su ánimo a los supervivientes.
Y deseo que «se mueva el interés participativo de la comunidad internacional y que la solidaridad de todas pueda aliviar las consecuencias de la tragedia».
El terremoto de magnitud 7,2 en la escala de Richter dejó al menos 304 muertos y cuantiosos daños materiales, agravando la de por sí difícil situación del empobrecido país caribeño.