(EFE).- No hay días fáciles para Rafael Nadal en Wimbledon. No por ahora. Otra vez le tocó sufrir al balear más de lo que indica el resultado (6-4, 6-4, 4-6 y 6-3) porque Ricardas Berankis, en la superficie que más iguala, le sacó todo el jugo a su tenis para forzar las tuercas del balear, que volvió a salvar otra tarde complicada.
Nadal solventó una tarde muy mala con la derecha, con la que cometió hasta 37 errores, y en la que la inactividad en la superficie le volvió a pasar factura ante un tenista que se creció enfrente de la pista central y que exhibió una clase con la que marcharse orgulloso de Wimbledon.
Berankis, que nunca ha pasado de segunda ronda en nueve participaciones en Londres, aprovechó esos resquicios que, por ahora, ofrece el juego de Nadal sobre hierba, para complicarle la jornada. No para amargársela, porque el español, con un guion parecido al de la primera ronda, salió victorioso, pero sí para ponerle pequeños obstáculos en el camino que tuvo que ir superando.
El manacorense, como ante Cerúndolo, no tuvo momentos de arrasar, solo picos. Una combinación de buenos momentos y malos, que dejaba los sets en un ligero alambre que solía decidir la cabeza del balear. Mientras Berankis no abrochaba sus oportunidades, Nadal, sin brillantez, pero con oficio, escarbaba en su tenis para buscar siempre una solución más.