(BC Mundo).-La presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU., Nancy Pelosi, llegó la noche de este martes a Taiwán, desatando la ira del gobierno de China, que considera a la «isla rebelde» parte de su territorio.
El avión de la Fuerza Aérea de Estados Unidos que llevaba a la tercera máxima autoridad del gobierno de EE.UU. aterrizó en la capital taiwanesa sobre las 10:40 PM (hora local).
Tras su llegada, Pelosi emitió un comunicado en el que negó que su visita vaya en contra de la política internacional de su país y dijo que muestra el «compromiso inquebrantable» de Washington con Taipéi.
«La solidaridad de Estados Unidos con los 23 millones de habitantes de Taiwán es más importante hoy que nunca, ya que el mundo se enfrenta a una elección entre la autocracia y la democracia«, dijo, y agregó que la visita no contradecía la política de Estados Unidos sobre Taiwán.
«La visita de nuestra delegación a Taiwán honra el compromiso inquebrantable de Estados Unidos de apoyar la vibrante democracia de Taiwán. Nuestras conversaciones con los líderes de Taiwán reafirman nuestro apoyo a nuestro socio y promueven nuestros intereses compartidos, incluido el avance de una región del Indo-Pacífico libre y abierta», señaló.
El miércoles por la mañana, hora local, Pelosi visitó el Parlamento de Taiwán y se reunió con la presidenta del país, Tsai Yingwen.
En el Parlamento taiwanés, Pelosi hizo referencia a la visita que realizó a la Plaza Tiananmen de Pekín dos años después de la masacre de estudiantes que se manifestaban allí en 1989.
«Estuvimos allí específicamente para hacer una declaración sobre derechos humanos: nuestra visita fue sobre cuestiones de seguridad… a lo largo de los años siempre ha sido sobre seguridad, economía y gobernabilidad», le dijo al vicepresidente del parlamento taiwanés.
Sin respaldo de la Casa Blanca
La Casa Blanca no ha respaldado oficialmente la visita y el propio presidente Joe Biden dijo que «los militares creen que no es una buena idea», pese a que su gobierno calificó la retórica china contra cualquier viaje como «claramente inútil e innecesaria».
Dado que el Congreso es una rama independiente del gobierno de EE.UU., Biden no tiene potestad para impedir el viaje de la jefa de la Cámara.
No obstante, Washington manifestó el lunes su preocupación de que China utilice la visita para justificar una acción militar contra la isla.
«No hay razón para que Pekín convierta una visita potencial consistente con la política estadounidense de larga data en algún tipo de crisis o conflicto, o la use como pretexto para aumentar la actividad militar agresiva en o alrededor del estrecho de Taiwán», dijo el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John F. Kirby.
La editora de Asia Pacífico de la BBC, Celia Hatton, consideró que el viaje de Pelosi a Taiwán se trataba de un «momento histórico», aunque explicó que antes de bajarse del avión, la congresista ya estaba enviando un mensaje a China.
Y es que Pelosi ingresó a Taiwán desde el este, por la costa de Filipinas, lo que la mantuvo alejada del disputado estrecho de Taiwán.
«Esta podría ser una de las pequeñas señales entre las dos superpotencias rivales de que no quieren una escalada», dice Hatton.
Qué respondió China
La posibilidad de la visita, que forma parte de una gira por Asia, ya había elevado las tensiones entre Washington y Pekín, y el gobierno chino había amenazado con «fuertes consecuencias» si Pelosi llegaba a Taipei.
Tras una conversación telefónica de más de dos horas entre Biden y el presidente chino Xi Jinping la semana pasada, Pekín advirtió que Estados Unidos estaba «jugando con fuego» si permitía que se realizara la visita.
Poco después del aterrizaje este martes, la Cancillería de China condenó la visita y la calificó de una «seria violación» de su soberanía nacional.
«La visita socava gravemente la soberanía y la integridad territorial de China, socava gravemente la base política de las relaciones chino-estadounidenses y envía una señal muy equivocada a las fuerzas separatistas de la ‘independencia de Taiwán'», dijo en un comunicado.
Más tarde se supo que el Ministerio de Relaciones Exteriores de China convocó a consultas al embajador de Estados Unidos en Pekín, Nicholas Burns, para protestar contra el viaje.
El viceministro de Relaciones Exteriores chino, Xie Feng, dijo que la naturaleza de la visita de Pelosi fue «despiadada» y advirtió de graves consecuencias. Dijo que China no se quedaría de brazos cruzados.
La Oficina de Asuntos de Taiwán del Partido Comunista Chino también cuestionó la visita y añadió que cualquier intento de buscar la independencia de Taiwán «será destrozado por la poderosa fuerza del pueblo chino«.
Medios oficiales chinos informaron que aviones de guerra Su-35 habían cruzado el estrecho de Taiwán y más tarde, el gobierno taiwanés confirmó que más de 20 aeronaves militares habían cruzado su espacio aéreo, aunque no se reportaron incidentes.
El Ministerio de Defensa de Pekín anunció también el cierre de algunas áreas próximas a la isla a barcos y aviones comerciales para conducir «importantes ejercicios militares» a partir del 4 de agosto.
Según indicaron, los simulacros, con munición real, se realizarán en seis áreas alrededor de Taiwán hasta el domingo, aunque comenzarán tras la partida de la presidenta de la Cámara.
Sin embargo, Stephen McDonell, corresponsal en China de la BBC, asegura que no está claro cuál pueda ser la repercusión real de esta respuesta.
«Se debatirá hasta qué punto la visita ha aumentado las tensiones regionales, pero también se discutirá hasta qué punto estos ejercicios pueden disuadir a los políticos estadounidenses de alto rango de viajar a Taiwán en el futuro», dijo.
La oficial Agencia Central de Noticias de Taiwán informó, por su parte, que las fuerzas militares de la isla se encontraban en «estado de preparación reforzado» desde el martes por la mañana y hasta el mediodía del jueves.
Antes de la visita, China suspendió también las importaciones de 35 exportadores taiwaneses de galletas y pasteles, un importante rublo de ingresos para la isla.
Alrededor de dos tercios de las exportaciones de Taiwán en 2021 fueron galletas y pasteles, con un valor total de US$646 millones, según datos oficiales.
Se estima que más de 100 empresas en Taiwán se verán obligadas a dejar de hacer negocios con China después de que la sanción entre en vigencia.
Durante el gobierno Xi Jinping, China ha emprendido acciones militares más agresivas en la región y en los últimos meses también ha redoblado sus reclamos sobre la isla y sobre el estrecho que separa a Taiwán y China, una de las rutas marítimas más transitadas del mundo.
«Una sola China»
La última vez que un político estadounidense de tan alto rango viajó a Taiwán fue 1997, cuando el también presidente de la Cámara, Newt Gingrich, llegó a la isla.
China ve a Taiwán como una provincia rebelde que se reunificará con el continente tarde o temprano.
Mientras, Taiwán se ve a sí mismo como un país independiente, gobernado democráticamente, pese a que nunca ha declarado oficialmente su independencia.
Si bien Estados Unidos mantiene lo que llama una «relación sólida y no oficial» con Taiwán, tiene vínculos diplomáticos formales con China y no con la isla.
Su política desde 1979 hacia el país es llamada de «una sola China«, que implica que reconoce la posición de Pekín de que solo hay un gobierno chino.
Sin embargo, la ambigüedad de la política ha llevado también a múltiples interpretaciones, según explica desde Washington el periodista de la BBC, John Sudworth.
«China utiliza el principio como base para su reclamo de soberanía sobre Taiwán, mientras que EE.UU. argumenta que, en su adhesión a la política de una sola China, simplemente reconoce que el reclamo existe», señala.
No obstante, de acuerdo con Sudworth, el vuelo de Pelosi y la tormenta geopolítica que lo rodea han puesto de relieve algunas de las realidades cambiantes de Taiwán, su gente y su relación con China y EE.UU.
«Un político estadounidense que realiza una visita breve a un aliado de larga data sería de poca importancia en cualquier otro lugar. Pero en la visita de Pelosi, el simbolismo en sí mismo es sustancial», opina.
Pelosi y China
El viaje de Pelosi se produce también en medio de mayores tensiones entre Washington y Pekín, y en un contexto en el que China ha realizado varias incursiones aéreas y navales en la isla vecina.
Taiwán se haya a unos 120 km de la costa del sureste de China y se encuentra en la llamada «primera cadena de islas», que incluye una lista de territorios amigos de Estados Unidos que son cruciales para su política exterior.
Pelosi, de 82 años, ha cuestionado el autoritarismo del gobierno chino por décadas y la propaganda de Pekín la insulta frecuentemente.
En 1991, como congresista de California, visitó la capital china y desplegó una pancarta contra la masacre de Tiananmen, solo dos años después de que las tropas chinas abrieran fuego contra los estudiantes que protestaban alrededor de la plaza de ese nombre.
La demócrata, que sirve en el Congreso desde 1987, es también una defensora abierta del Dalai Lama y de los derechos de los tibetanos.
De hecho, en 2015, visitó Lhasa, la capital del Tíbet, en un viaje estrictamente controlado y autorizado por el gobierno chino.