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Situación desesperada en Haití: sin comida, agua y combustible; sólo violencia y saqueos

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“La población roba para comer. Todo está cerrado. Estamos rodeados de violencia y no hay agua, ni combustible ni comida. La situación es insostenible y vivir en Haití se ha vuelto imposible”, explica un misionero salesiano.

(Por Agencias),- Haití vive en los últimos meses una situación social, política y económica insostenible. La violencia callejera domina las comunicaciones por carretera mientras que la falta de productos de primera necesidad sume a la mayoría de la población en una pobreza extrema.

n las últimas semanas, el alza de los precios del combustible, y un nuevo anuncio gubernamental de una nueva subida ha llenado las calles de manifestantes que buscan de manera desesperada alimentos, agua y combustible para sobrevivir.

“La población roba para comer. Todo está cerrado. Estamos rodeados de violencia y no hay agua, ni combustible ni comida. La situación es insostenible y vivir en Haití se ha vuelto imposible”, explica un misionero salesiano desde la capital del país.

Barricadas en las calles, manifestaciones, saqueos de bancos y comercios… Nada se salva de la violencia y el caos que reina en el país: ni las empresas públicas ni las privadas ni las organizaciones internacionales ni tan siquiera las congregaciones religiosas.

La población pide en la calle la dimisión del primer ministro por querer triplicar el precio del combustible. Si esta medida entra en vigor producirá un incremento de los precios del transporte y de los productos de primera necesidad en un país donde más del 40 % de la población sufre inseguridad alimentaria y casi cinco millones de personas (un 43%) necesitan ayuda humanitaria.

La situación desesperada ha obligado al cierre de bancos y comercios para evitar los asaltos y saqueos. Durante el pasado fin de semana las instalaciones de Cáritas, las del Servicio Jesuita al Refugiado y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) resultaron atacados.

La Escuela Técnica Salesiana de Gonaives también sufrió el viernes el robo de todo lo que encontraron los asaltantes. “Es la obra más pobre que tenemos en el país y robaron todo, incluso toda la ropa de los salesianos. Se han quedado sin nada porque no pueden salir de la casa. Hasta las placas solares y las baterías que instalamos hace años para ahorrar combustible se las han llevado”, explica un salesiano.

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