(EFE).- La retirada de las tropas rusas de la ciudad ucraniana de Jersón y de todo el territorio que aún controlaba en la margen derecha del río Dniéper supone uno de los reveses más duros para Rusia desde el inicio de la guerra pero, desde el punto de vista militar, el destino de esta región todavía está abierto, tanto para Rusia como para Ucrania.
El Ministerio ruso de Defensa indicó hoy que el repliegue de las tropas a la orilla izquierda del río ya está en marcha.
«Se está ejecutando la maniobra de traslado de las unidades de tropas rusas a posiciones preparadas en la margen izquierda del río Dniéper en estricta consonancia con el plan aprobado», dijo el portavoz castrense, Ígor Konashénkov.
El presidente ruso, Vladímir Putin, se ha tenido que replegar en algo más de ocho meses de invasión primero del norte de Kiev, Chernígov y Sumi; después de la estratégica isla de las Serpientes en el mar Negro y posteriormente también de la práctica totalidad de la región oriental de Járkov y de la ciudad clave de Limán, en Donetsk.
Ahora ha tenido que renunciar, ya sea temporalmente o no, también a casi un tercio del territorio en el norte de la anexionada provincia de Jersón que aún no había logrado retomar Ucrania.
Según la inteligencia británica, además, la pérdida de la orilla derecha en Jersón probablemente impedirá que Rusia logre su aspiración estratégica de tomar también Odesa.
Rusia alega que se repliega para «salvar las vidas» de los soldados y los civiles que no se habían marchado, pero lo hace tras haber prometido que se quedaría en Jersón para siempre.
INCAPAZ DE ABASTECERSE
Se trata de una humillación para el segundo Ejército del mundo que se vio atrapado en el frente sin poder garantizar su abastecimiento tras los bombardeos quirúrgicos de Kiev con armas occidentales contra bases, arsenales y rutas logísticas rusas.
Aunque Rusia hubiera enviado más hombres a este frente no podía haberlos abastecido adecuadamente para defender la ciudad y las zonas aledañas, donde además las tropas ucranianas se encontraban en superioridad numérica y avanzaban gradualmente desde agosto pasado.
Las Fuerzas armadas de Ucrania no solo estaban acercándose desde el noroeste y noreste de la región a la ciudad de Jersón, sino también desde la vecina Mykoláiv.
Ucrania recuperará el control del 23 % del territorio de la región junto a la capital regional, la única que estaba en manos de las fuerzas rusas en todo el país, ya que la mayor parte de la provincia se encuentra en la margen izquierda del Dniéper y linda con Crimea, lo que es clave para la seguridad de la anexionada península junto con las principales bases de suministro del Ejército de Rusia.
Tanto el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, Valery Zaluzhny, como el vicejefe del Departamento Operativo Principal del Estado Mayor General de Ucrania, Oleksiy Grómov, no han podido confirmar el anuncio ruso del repliegue, pero ambos quisieran resaltar que si resulta cierto, en todo caso, es fruto de «acciones activas» del Ejército.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ya recalcó anoche en su discurso a la población que «el enemigo no nos regala nada, no hace ‘gestos de buena voluntad'» como ha esgrimido Rusia en otras ocasiones cuando se retiró del norte de Kiev y de la isla de las Serpientes. «Todo esto lo logramos luchando», subrayó.
LA CONTRAOFENSIVA PROSIGUE
Prometió además seguir con la contraofensiva para liberar toda la región, también Nueva Kajovka, donde se encuentra la presa que Kiev teme quiere volar Rusia con 18 millones de metros cúbicos de agua y que es esencial para enfriar la central nuclear de Zaporiyia, así como abastecer Donetsk y otras ciudades.
Solamente la víspera el Ejército ucraniano liberó 12 localidades en Jersón tras avanzar 14 kilómetros en dos direcciones, indicó hoy Zaluzhny. Desde el 1 de octubre las tropas de Kiev han recuperado 41 localidades o 1.381 kilómetros cuadrados en Jersón.
En principio, las tropas rusas se retiran a posiciones más ventajosas, porque pueden atacar desde el otro lado del río a cierta distancia la capital regional y las tropas ucranianas, que lo tendrán difícil para cruzar el Dniéper.
Pero, por otro lado, el Ejército ruso se encontrará probablemente también bajo fuego de la artillería ucraniana con el mayor alcance que le proporcionan a Kiev los misiles occidentales, que incluso pueden alcanzar el norte de Crimea, según el medio ruso independiente Meduza.
A la espera de los próximos pasos de Zelenski, quien ya advirtió que Ucrania se moverá «muy cuidadosamente» y de que Rusia aclare su plan para defender Jersón, el estadounidense Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW) ya sentencia que «la batalla de Jersón no ha terminado (…)».