La estrella televisiva Kim Kardashian, al igual que otras muchas influencers, trata de proyectar en ocasiones una imagen lo más perfecta y armónica posible de su vida familiar, aunque tampoco le tiembla el pulso a la hora de mostrar la otra cara de la moneda cuando la situación lo merece.
Tanto es así, que esta semana la exmujer de Kanye West quiso deleitar a sus seguidores de Instagram con una ‘story’ en la que aparecía disfrutando de una reparadora siesta con su hijo Saint, de siete años. Los dos aparecen sonrientes y abrazados en una instantánea que derritió los corazones de los internautas. «¿De verdad que hay algo mejor en esta vida?», presumía la también empresaria sobre la relación tan cariñosa y cómplice que le une a su ‘angelito’.
Solo unos minutos después, Kim reaparecía en la esfera virtual para cambiar por completo de discurso, revelando un desenlace de la historia que ni ella misma esperaba. «Olvidaos de lo que he dicho. Me ha pegado un puñetazo en el ojo mientras dormía y se ha dado la vuelta. ¡No es tan adorable como pensaba!», ha bromeado en una hilarante publicación.
A pesar de la oposición de su exmarido a que sus cuatro retoños (North, Saint, Chicago y Psalm) aparezcan en las redes sociales, un deseo expresado en numerosas ocasiones pero que ni él mismo ha respetado, lo cierto es que la protagonista del programa ‘Las Kardashian’ se rige por una serie de reglas muy estrictas en lo que a la exposición pública de los menores se refiere. «Solo lo hacemos con mi teléfono. No vemos comentarios ni participamos en ellos. No tiene vía libre para ver esos contenidos sin mi supervisión», se defendía recientemente Kim al permitir que North, de nueve años, abriera su propia cuenta en TikTok.