(BBC Mundo).-Nancy Mestre es una «víctima universal».
Este fue el argumento de la Sala Segunda del Supremo Tribunal Federal (STF) de Brasil este martes para aprobar la extradición a Colombia de Jaime Saade por el asesinato de la joven colombiana hace casi 30 años.
El STF rectifica así el fallo de 2020 por el que negó la extradición del asesino convicto por considerar que el crimen había prescrito en Brasil.
«Un feminicidio nunca debería prescribir», dijo este martes uno de los magistrados durante la nueva audiencia.
Una vez se oficialice su arresto y traslado, Saade tendrá que cumplir una pena de 27 años de prisión por el crimen cometido en enero de 1994.
Para Martín Mestre, el padre de Nancy, un hombre de 80 años que investigó, rastreó a Saade hasta Belo Horizonte y luchó por que se hiciera justicia, es un momento de alivio y de recuperar el aliento.
«Es el placer del deber cumplido como padre. Lo que le hicieron a mi hija, esa tortura que ejecutaron sobre ella, no debía quedar en la impunidad», le dijo Mestre al diario colombiano El Heraldo desde su casa de Barranquilla.
Una intensa labor de búsqueda
Mestre ha pasado gran parte de su vida investigando el paradero de Jaime Saade, quien fue sentenciado a 27 años de prisión en 1996, pero no fue arrestado porque huyó de Colombia poco después del asesinato de Nancy Mestre, dos años antes.
Tomó casi tres décadas de búsqueda hasta que finalmente fue encontrado en Belo Horizonte, Brasil, y arrestado por Interpol en 2020.
El asesino vivió una vida normal y cómoda bajo el nombre falso de Henrique dos Santos Abdala. Está casado con una brasileña y tiene dos hijos.
Pocos meses después de su arresto, el STF negó la extradición de Saade con el argumento de que el delito había prescrito en Brasil.
El crimen
Nancy, la hija menor de Mestre, quería ser diplomática y mudarse de Colombia a Estados Unidos para asistir a la universidad.
El padre dijo en broma que no la dejaría: «Te quiero cerca de nosotros». Pero en verdad, admiraba la ambición de su hija y haría todo lo posible para ayudarla a lograr ese sueño.
«Era una niña alegre, muy estudiosa. Siempre leía. Quería estudiar derecho internacional y diplomacia», le contó Mestre a BBC News Brasil en mayo de 2022.
Pero todos los planes de la joven de 18 años se vieron interrumpidos en la madrugada del 1 de enero de 1994. Nancy, su padre, su madre y su hermano brindaron por el nuevo año en casa.
Poco después de la medianoche, Mestre se despidió de su hija, quien pidió continuar con la celebración de Año Nuevo junto a su novio, Jaime Saade. El chico había ido a buscarla a su casa.
«Regresa antes de las 3 am», le pidió Mestre a su hija. «Cuídala bien», le pidió a Jaime.
A las 6 am, Mestre se despertó sobresaltado. «Tan pronto como me desperté, sentí algo», dice. Fue a buscar a Nancy por la casa y encontró su habitación vacía.
Salió a la calle y se puso a buscar en discotecas para ver si la joven pareja estaba allí, pero no los encontró. La ansiedad creció y, mientras preguntaba por su hija a quien se cruzara, rezaba en silencio para que apareciera sana y salva.
Finalmente, decidió ir a la casa de los padres de Jaime, donde también vivía el joven.
Allí se encontró con su madre limpiando el piso. «Estaba oscuro y no me di cuenta en ese momento de que estaba pisando la sangre de mi propia hija. Y que la madre del asesino estaba violando la escena del crimen».
«Su hija tuvo un accidente y está en la Clínica del Caribe», dijo la mujer.
Mestre corrió al hospital y encontró allí al padre de Jaime. «Tu hija intentó suicidarse y está en el quirófano», le dijo. En la sala de emergencias, los médicos intentaban estabilizar a Nancy, que estaba en coma.
La joven había sido llevada al hospital por Jaime, su padre y una mujer que también vivía en la casa de la familia. Envolvieron a Nancy, que estaba desnuda, en una sábana y la pusieron en la caja de una camioneta.
«Fue poco a poco que empecé a organizar en mi cabeza lo que había pasado. La violaron, la maltrataron y la tiraron en la parte trasera de una camioneta. Yo dije: ‘¡Dios mío, qué le hicieron a mi hija!'», evocó Mestre.
A eso le siguieron ocho días de agonía en el hospital. La joven nunca recuperó la consciencia.
«Los médicos me dijeron que se iba a ir. Yo, la mamá de Nancy y nuestro otro hijo, Martín, nos reuníamos en la habitación del hospital y rezábamos y cantábamos canciones que a ella le encantaba escuchar de niña».
De repente, su corazón dejó de latir.
La fuga
Mientras los padres de Nancy sufrían en el hospital y la policía investigaba qué le había pasado a la joven ese 1 de enero, el principal sospechoso del crimen, Jaime Saade, huyó de Colombia.
«Jaime inició su huida el mismo día del asesinato y nunca más se lo volvió a ver en el país», le dijo Mestre a BBC News Brasil en 2022. La policía descartó la tesis del suicidio. Nancy murió de un disparo en la cabeza, que le entró por la sien derecha.
Se encontraron restos de pólvora en su mano izquierda, un indicio, según las autoridades colombianas, de que trató de defenderse.
La joven era diestra y habría tenido que hacer un movimiento muy poco probable, según la policía, para dispararse en la sien derecha mientras portaba el arma con la mano izquierda.
La investigación concluyó que Nancy había sido violada. Tenía heridas por todo el cuerpo y en sus uñas rotas había restos de piel, otra señal de que trató de defenderse.
En 1996, dos años después de la muerte de la joven, un tribunal colombiano condenó a Jaime Saade a 27 años de prisión por asesinato y violación.