Santo Domingo RD – «No hubiera podido escribir [Cien años de soledad] sin Mercedes. Ella tomó el control de la situación. Yo había comprado un coche unos meses antes. Lo empeñé y le di el dinero, calculando que podría vivir con él durante seis meses.
Pero seguí escribiendo el libro durante año y medio. Cuando se acabó el dinero, no me dijo nada. De alguna manera consiguió que el carnicero me prestara carne, el panadero pan y el propietario del piso esperara nueve meses para pagarme el alquiler.
Se ocupaba de todo sin que yo lo supiera, incluso de traerme 500 hojas de papel de vez en cuando. Nunca faltaron esas 500 hojas.
Cuando terminé el libro, también fue ella quien puso el manuscrito en el correo para que yo lo enviara a Sudamericana».