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España, puro carácter hace historia, llega a la final del Mundial

caruri 469
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España no será eliminada. Ni el enredo en el Palacio, ni Japón en su momento, que enturbió la cara de sus rivales, probablemente esperpénticos. Pero en las rondas eliminatorias, donde nunca han g.

España no será eliminada. Ni el enredo en el Palacio, ni Japón en su momento, que enturbió la cara de sus rivales, probablemente esperpénticos. Pero en las rondas eliminatorias, donde nunca han ganado un gran torneo en su historia, los equipos constructores imponen el código y las reglas. Nadie está a la derecha de Salma. Es un atleta con el balón, un jugador que rompe tantas caderas como defensas, aunque salga desde el banquillo, un soplo de aire fresco, tal vez un ciclón. Sólo le faltó el argumento para explicar por qué España no estaba a su antojo. Suiza empató con España en octavos de final, encajando cuatro goles más. Holanda empató en el tiempo añadido y perdió la final en la prórroga. Y Suecia, que ya estaba clasificada para semifinales, empató justo antes del final del partido. El disparo de Olga Carmona en un saque de esquina, un zurdazo tras un pase hacia atrás de Tere Abereira, hizo sonar el larguero y la red de la portería para el resultado final. Éxtasis español sobre el terreno de juego, lágrimas de euforia, abrazos, reyertas, celebraciones y una victoria histórica.

Tres horas antes, una avalancha de gente se había congregado alrededor del estadio, puestos de comida rápida se alineaban en las calles y, a pesar de las quejas de las zonas residenciales de lujo y las casas coloniales de la ladera de Auckland, los guardias de seguridad habían prohibido el acceso de coches a la zona. La música rugía al entrar en el recinto, el ambiente era festivo, risas, alegría, felicidad, un pabellón abarrotado, pasión por el balón y por el fútbol femenino, un auge ya consolidado, un espectáculo que se jugaba con los pies y entraba por los ojos con un espectacular despliegue de luces, bailes e incluso cañones de humo. Pero el duelo en Eden Park fue más plomizo de lo que La Roja acostumbra a informar. Hasta la llegada de Salma, el tesoro de España, un jugador que corría como un demonio, flotaba por el campo, enseñaba su dorsal a quien le retaba, despejaba la maleza y era más que capaz de sacudirse al rival más pintoresco. Al igual que Suecia, defendía a ultranza y rara vez atacaba. Pero eso era suficiente, al menos hasta que jugaron contra España. El juego de la Roja está en sintonía con el pulso del Barça, con el crucifismo que destila el constructor y la distribución del balón que pregonan los jugadores, ya que nada menos que siete aslgranas fueron titulares en la semifinal. En cualquier caso, el seleccionador no se ha salido del molde desde que dio con la clave del partido contra Suiza en octavos de final, una revolución entonces y el resultado de un fútbol de calidad ahora. Aunque todavía le faltan minutos de juego y ritmo en las piernas, ya que ha estado 10 meses alejado de los terrenos de juego tras romperse los ligamentos de la rodilla. Sin embargo, no fue ninguna sorpresa que el balón se repartiera entre la bota del español, Yourself, de un lado a otro, toque y toque. Sin embargo, les faltaba ritmo y profundidad, no encontraban un triángulo ni un tercer jugador, pero sobre todo necesitaban un extremo que se colocara a la espalda de los defensas y un delantero que repartiera el campo mientras Esther se quedaba en el banquillo, pisando el balón como si fuera fútbol sala, top Jeni, un futbolista que juega con la gorra puesta pero que siempre ha preferido estar en contacto con el balón antes que atado en el juego colectivo, no pudo cumplir esta tarea, ya que no es un noventa y nueve.

Suecia se mostró indiferente al ataque porque entendió que las jugadas a balón parado y las transiciones eran suficientes, y no hubo una segunda jugada tras un despeje o una genialidad de Rolfo (como la que Kata escupió en el momento justo tras un centro de Björn). Presionaron para desbaratar el ataque español desde abajo. Del mismo modo, una vez superada la línea defensiva inicial, todos colaboraron al máximo siguiendo el código de estar siempre entre el balón y la portería. Fueron un bloque, una roca y un rival difícil de digerir. España jugó un fútbol demasiado lento, sin ritmo de pases y, sobre todo, sin profundidad. Sin embargo, con picardía, no disparó hasta el final.

Tras el descanso, Suecia intentó estirar un poco su línea, poniendo el balón en los espacios que dejaban los corredores españoles, y corriendo hacia dentro y haciendo diagonales a lo ancho de Suecia. Los sprints y zig-zags de Rolfo, los resbalones de Asrani y los disparos ocasionales de Blackstenius no inquietaron en absoluto a Kata Kor, que sabía utilizar las manoplas tan bien como los pies. España sustituyó a Alexia por Vilda en el banquillo, y a Salma en la delantera para frenar a Jeni. El Argusia intentaba recuperar el fútbol de control y pase de Jeni. Al igual que contra Holanda, el movimiento de Jeni era la crema de las carreras de Salma Korekaminos Palarruero. O la empujaban hacia atrás o le hacían falta, como el disparo frontal que Mariona remató con el pie torcido. ‘Es una vergüenza’, exclamó enfadada. Pero aún había más para Salma.

Una diagonal del cerrojo español le bastó para llegar al área, convirtió una piedra en balón, Jeni centró y Alba Redondo remató de espaldas a la red, incluso desde el suelo. Sin embargo, fue desde fuera del área. España estalló, las Volcán jugaban más verticales de lo habitual, y Salma tuvo un par de remates, pero fueron alcanzados por la variopinta defensa rival. Sin embargo, a la tercera fue la vencida y llegó el gol. Olga hizo una jugada, Jeni la controló por fuera y levantó un centro venenoso al segundo palo. Salma sacó su caña de pescar y con el pie derecho encontró la red. Sin embargo, Suecia no se rindió y metió el balón en el área para que España lo rechazara.

La prórroga parecía inevitable. Sin embargo, la carrera de Mariona encontró el córner, del que salió una intervención, un pase de Tere y el gol de Olga. En este Mundial, cuando España lo dice, se acabó el partido. Y con un golazo.

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