“En la isla de Hawai, estas setas, que sólo crecen en coladas de lava de 600 a 1000 años de antigüedad, tienen fama de ser un potente afrodisíaco femenino”. Así describían John Holliday y Noah Soule los efectos de estas setas, que podrían pertenecer al género Dictyophora, en un artículo publicado en 2001 en la revista International Journal of Medicinal Mushrooms. Los autores añaden que “casi la mitad (19) de las mujeres del estudio experimentaron un orgasmo espontáneo al oler las setas”.
Los autores no mencionan la naturaleza caprichosa y sexista de las setas. Sin embargo, Holliday y Soule se toman la molestia de explicar la base científica de sus hallazgos:
‘Los componentes volátiles de las esporas pueden ser similares a los neurotransmisores que se activan durante las relaciones sexuales’.
Así, un misterioso hongo que crece en la lava de los volcanes hawaianos se ha convertido en un símbolo afrodisíaco, superando a las ostras.
Por si la ciencia no fuera suficiente, añadieron una leyenda.
Un artículo publicado en el International Journal of Medicinal Mushrooms iba acompañado de la leyenda de Ma Kea Lani, hija del antiguo rey hawaiano Kupakani. El día de su 16 cumpleaños, mientras daba un paseo por el bosque, Makhealani sintió un olor extraño y seductor. Cuando llegó a la fuente del olor, vio una extraña planta de color rosa anaranjado.
Cuando llegó a la fuente del olor, vio una extraña planta de color rosa anaranjado. Se erguía como un único tallo, con un extraño velo a su alrededor. Impulsada por el olor, que era a la vez repulsivo y seductor, se arrodilló y lo inhaló directamente de la fuente. En un profundo éxtasis sexual, corrió a la aldea donde había conocido a Kepaa y se entregó completamente a él.
Esta investigación en concreto se publicó sin protocolos, fotografías del hongo ni conclusiones firmes, y pronto se puso en duda su credibilidad.
Holliday era en aquel momento el editor del International Journal of Medicinal Mushrooms, la revista en la que se publicó el artículo. Sin embargo, también era empleado de una importante empresa farmacéutica. Rápidamente surgieron acusaciones de que Holliday y Soule sólo buscaban los beneficios económicos que podría reportar una panacea farmacéutica con fines afrodisíacos.
Supuestas setas afrodisíacas
Las setas del género Dictyophora están estrechamente relacionadas con el deseo sexual en muchas culturas. Esta seta, que se ha dado en llamar falo por su caprichosa forma, ha sido objeto de curiosa observación y fascinación.
Hay quien la come en estado de huevo, como si fuera una seta Amanita, pero no hay pruebas de que sea venenosa o dañina. Pero, por supuesto, tampoco hay pruebas de que provoquen orgasmos o activen el deseo sexual.
Y como ya anunciaba la leyenda de Macairini, esta seta única esconde un detalle terrible: su olor pútrido. Algunas personas lo huelen como carne o pescado podrido, mientras que otras encuentran el olor similar al de un cadáver en descomposición.
Es fácil saber si hay un falo cerca paseando por el campo.
El olfato es uno de los sentidos más potentes de la mayoría de los organismos. El reino vegetal es un maestro en el uso del olfato para múltiples funciones, incluida la reproducción. Ya sea para atraer a los polinizadores o para alimentarse, las plantas disponen de una amplia gama de estrategias olfativas.
¿Por qué los hongos estimulan el deseo sexual?
Los humanos también nos vemos afectados por olores imperceptibles. Probablemente haya oído que el miedo se puede oler. Incluso los pájaros pueden olfatear el miedo en los niños. Y cuando nuestro organismo se enfrenta a determinados estímulos o situaciones, como una enfermedad, segrega hormonas que perros y gatos pueden detectar gracias a su potente olfato.
Se trata de unas sustancias químicas llamadas feromonas, que estas criaturas producen para provocar una respuesta en los demás. Las feromonas tienen diversas funciones, como el estado de alerta, el olfato y la dispersión.
Sin embargo, quizá una de las funciones más conocidas sea la atracción sexual. Su uso está muy extendido en los insectos, pero no se conoce bien hasta qué punto interviene en las respuestas sexuales de los mamíferos.
En conjunto, es fácil suponer que el olor de las setas produce el orgasmo femenino.
Así que, de vuelta a las setas que crecen en la lava de los volcanes hawaianos, esta vez desvelando la leyenda.
A pesar de la escasa información, Wilcox consiguió localizar y entrevistar a John Holliday.
Christie se puso en contacto con amigos e investigadores de Hawai para difundir la noticia. Nadie en Hawai conocía la leyenda de la hija del rey Kupakani. nos explicó Glenn Kalena Silva, catedrático de Estudios Hawaianos de la Universidad de Hawai.
Don Hems, un entusiasta profesor emérito de Botánica de la Universidad de Hilo (Hawai), llevó la aventura más lejos de lo esperado. Hems dio nombre al hongo deseado y estableció que se trataba del Phallus cinnabarina.
Sin orgasmo: un horror nauseabundo
Wilcox partió en busca del hongo, acompañada de su novio Jake, para llevar a cabo una investigación lo más realista posible.
Tras una larga búsqueda, encontraron varios ejemplares descritos como hongos Dictyophora. Así comenzaron los intentos de Jake y Wilcox. Olfatearon a diferentes distancias e intervalos de tiempo, recogiendo las respuestas sensoriales y biológicas a los olores nauseabundos de los hongos más favorables.
Las reacciones fueron inmediatas. Christy recuerda haber estado a punto de vomitar y Jake sólo mencionó el olor desagradable.
Es cierto que sus ritmos cardíacos aumentaron, pero esto no tenía nada que ver con el éxtasis sexual. Más bien, era el impulso de huir lejos de los hongos malolientes. Para Christie, estaba claro que estos preciados hongos no eran sexuales. Sin embargo, según Holliday, la investigación farmacéutica continúa hasta nuestros días. Tampoco hay pruebas de esto último.
El misterio continúa, y el falo apestoso permanece en la cultura popular junto a los espárragos, los plátanos y el cuerno de rinoceronte como misterioso afrodisíaco. Huela a lo que huela”.