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La Jornada: Colombia sigue la crisis de su vecino, y su gente está atrapada en ella

caruri 273
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Bogotá Como si mirara por el espejo retrovisor, Colombia sigue paso a paso el asesinato del candidato presidencial ecuatoriano Fernando Villavicencio. Los colombianos recuerdan una época no tan lej.

Bogotá Como si mirara por el espejo retrovisor, Colombia sigue paso a paso el asesinato del candidato presidencial ecuatoriano Fernando Villavicencio.

Los colombianos recuerdan una época no tan lejana en la que candidatos presidenciales, jueces, gobernadores, alcaldes y hasta emblemáticas estrellas del fútbol caían abatidos por las balas con el narcotráfico como telón de fondo, al igual que hoy ocurre con su vecino del sur.

Como complemento a este indeseado regreso al pasado, el país también vuelve a taparse la cara de vergüenza ante las noticias de la implicación de sus compatriotas en asesinatos, como el del presidente haitiano Juvenal Moise en enero de 2022.

Contagio a países vecinos, según Vox Populi

El sentimiento colectivo de que Ecuador es víctima del contagio de sus vecinos lo resumió el ex presidente Ernesto Samper (1994-1998): al conocer la noticia de que el asesino del candidato Villavicencio en Ecuador era de nacionalidad colombiana, Colombia se ha convertido en un país de matones y asesinos A Samper le preocupaba que Colombia se estuviera convirtiendo en un país exportador de matones y asesinos. Analistas y medios de comunicación locales se han preguntado por el fenómeno de Ecuador, que lleva décadas sin respetar sus fronteras, y mucho menos cruzarlas en la densa selva amazónica, donde un enorme y caudaloso río serpentea 586 km antes de desembocar en el océano Pacífico, sin que haya ningún Estado en ninguna de sus orillas. El país es la mayor región productora de cocaína del mundo.

La mayor zona de producción de cocaína del mundo se encuentra a lo largo de la frontera colombo-ecuatoriana, a 10 km del lado colombiano.

Petro mencionó los departamentos fronterizos de Putumayo y Nariño, donde el cultivo de hoja de coca se estima en 250.000 hectáreas en todo el país.

La zona, dominada por al menos cinco grupos armados irregulares, es un mar de coca visto desde arriba, por el que se mueven hordas de jóvenes conocidos como raspachin. Los raspatin son recolectores de las hojas que luego se convierten en cocaína, una pasta antes de entrar en la cocina e inundar los mercados de los países sudamericanos y de otros continentes.

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