Elena Camacho
Madrid, 23 ago (EFE) – La erupción del Vesubio en el año 79 d.C. es probablemente una de las catástrofes naturales mejor estudiadas de la historia, gracias a los «yesos», escayolas que ayudaron a reconstruir los últimos momentos de agonía de quienes intentaron escapar del volcán.
Hoy, un estudio internacional e interdisciplinar ha desvelado un nuevo método no invasivo de análisis de huesos y restos humanos que podría arrojar luz sobre las causas de las víctimas de Pompeya.
Pompeya, la ciudad más afectada por la erupción volcánica italiana, quedó sepultada bajo capas de ceniza volcánica y los cuerpos de sus habitantes permanecieron ocultos durante casi 2000 años. Con el tiempo, los cuerpos se descompusieron, creando huecos o «cavidades» en la ceniza volcánica calcificada.
Sin embargo, en la década de 1870, el arqueólogo Giuseppe Fiorelli rellenó algunas de estas cavidades con una mezcla de yeso y agua.
Desde entonces, varios estudios científicos han utilizado el yeso para determinar si los pompeyanos murieron asfixiados (por los gases volcánicos) o deshidratados por las altas temperaturas.
Un nuevo estudio publicado el miércoles en Plos One analiza la causa de la muerte de siete personas que huyeron de la ciudad y concluye que murieron asfixiadas al intentar abandonar Pompeya.
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Seis fueron hallados en Porta Nola (una de las puertas de entrada a Pompeya) y otro en las termas suburbanas de Svabane. Sus restos ya se habían estudiado antes desde una perspectiva antropológica, pero este estudio ha proporcionado a los investigadores nueva información para determinar la causa de la muerte de estas siete víctimas del volcán.
Por primera vez, los investigadores realizaron análisis químicos no invasivos (mediante fluorescencia de rayos X portátil) de los restos de los siete individuos. El objetivo era determinar la composición elemental de los huesos y del yeso utilizado para hacer los moldes.
En los huecos de ceniza volcánica calcificada también había tejidos y huesos de la víctima que podrían haberse contaminado con cal». Gianni Garrello, investigador de la Universidad de Valencia (España) y autor principal del estudio, declaró a EFE: «Encontramos siete personas que habían estado expuestas a la ceniza volcánica y que habían estado expuestas a la cal».
Los investigadores examinaron la cal y los huesos de estos siete individuos y los compararon con otros huesos quemados de Pompeya y de la necrópolis romana de Ostia (misma época), así como con huesos no quemados de la necrópolis musulmana de Kolata (Montabernell, Valencia).
Esta comparación, combinada con datos antropológicos y volcanoestratigráficos, nos ha permitido formular hipótesis sobre lo que ocurrió a las siete personas que escaparon de Pompeya durante las fases finales de la erupción».
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Las víctimas ya habían muerto cuando sus huesos se vieron afectados por las altas temperaturas provocadas por los flujos piroclásticos y de magma», explica Lawrence Alapon, arqueólogo de la Universidad de Valencia y autor principal del estudio. Además, las posturas de las víctimas, algunas relajadas, otras estiradas y otras cubriendo sus cuerpos con ropa, reforzaban aún más reforzaron, concluye el estudio.
Pero más allá de la cuestión de cómo murieron estas personas, «la ventaja de este método es que ha permitido controlar la contaminación de los moldes dentro de los moldes e identificar cuáles estuvieron expuestos a altas temperaturas», afirma Gianni.
«La ventaja de esta tecnología es que se trata de un dispositivo portátil que permite saber si las muestras están afectadas por la contaminación o la temperatura con la ayuda de un modelo estadístico basado en colecciones de referencia, una acción que nunca antes se había realizado y que puede aplicarse a estos yacimientos. Esto es muy importante porque proporciona la base para los protocolos», concluyen los investigadores italianos.
Por: efe’.