San Juan es un estado de fe. La fertilidad de su suelo rompe con la creencia de que sólo la aridez representa a la región sureña, y su sincretismo religioso abarca mitos que ninguno de nosotros puede comprender, desde lo místico y lo esotérico. El granero del Sur es tanto una cultura como una belleza geográfica y una calidez que destaca a través de sus gentes.
Con la intención de encontrar respuestas y conocer más sobre la historia y cultura de la ciudad, el equipo reporteril de Diario Libre visitó la ciudad de San Juan para conocer y experimentar de primera mano las creencias y lugares que se entrecruzan con lo místico en los lugares y ofrecen a propios y extraños experiencias diferentes, renovadoras, transformadoras y sanadoras. Visitamos los siguientes lugares.
Nuestra primera parada fue la ciudad de San Juan de la Maguana, una famosa ciudad parque con más de 10 plazas históricas, entre ellas la de Cao Navo, donde nos recibieron con un saludo nada más llegar.
A sólo tres minutos de la entrada, el emblemático Arco del Triunfo se encuentra en una plaza circular que conecta la calle Sánchez (también conocida como avenida Independencia) y la calle San Juan Bautista. Sostenida por dos gruesos pilares, simboliza el desarrollo de la ciudad y está rodeada por las principales instituciones administrativas y públicas del municipio, entre ellas el Ayuntamiento, el Palacio de Justicia, el Parque Duarte, el Hotel Maguana y otros monumentos que simbolizan la identidad de San Juan.
No ha visitado San Juan si no ha pasado por aquí.
Tras admirar este monumento histórico, nos dirigimos a la Catedral de San Juan Bautista, probablemente el símbolo religioso más importante de la zona. Este templo se encuentra a 1 km del Arco del Triunfo, entre las calles Duarte, Sánchez y Santo Tomé, justo enfrente del Parque Sánchez.
La catedral es muy popular entre los turistas por su originalidad única y su arquitectura no pretenciosa, mezcla de estilos románico, neogótico, barroco y árabe. Según el padre Antonio Peralta Florián, el edificio fue renovado y ampliado en 2002 y ha crecido hasta su forma actual.
Durante nuestra visita, el párroco de la iglesia nos abrió las puertas del templo y nos habló de la catedral, la religión católica y las creencias de los nativos de esta provincia sureña. En la esquina de la calle Duarte (donde se encuentra la catedral) y la calle Anacaona (que más tarde se convertiría en el bulevar de San Juan de la Maguana), tercer destino del municipio de Juan de Herrera, se encuentra un edificio histórico precolombino conocido como «El Corral de los Indios», la plaza ceremonial de Indio. s ceremonial plaza.
Este espacio está formado por una gran piedra y otras muchas más pequeñas que la rodean. Más que su atractivo visual, esta zona circular está ligada al misticismo que la rodea.
Cuenta la leyenda que aquí se celebraban juguetonas ceremonias religiosas. Además, según los sanjuaneros, aquí se sentaba la reina Anacaona y alrededor de ella cantaban y bailaban al mismo tiempo sus antepasados. Este es el ritual que llamamos «aleito».
Este escenario, conservado hasta nuestros días, era considerado por los indígenas como el centro de Ispaniola. Generación tras generación ha compartido la creencia de que la piedra es mística y que su retirada tendría consecuencias catastróficas para el pueblo e imposibilitaría los viajes. Se dice que todos los que lo han intentado han muerto.
¿Será verdad? No lo sé, pero no quiero averiguarlo.
El cuarto lugar que visité fue Aguita de Riborio. Es fácil llegar a este mágico espacio religioso que acoge a decenas de personas cada día tecleando ‘Aguita de Riborio’ en Google Maps, pero es difícil entender el culto que aquí se rinde y la relevancia que este santuario tiene para la gente.
‘Si pides con fe, se hará realidad’, ‘pídele a Dios y luego a Papá Liborio’, ‘concéntrate en lo que quieres’, estas fueron las palabras de quienes nos guiaron para completar cada paso de los rituales que aquí se realizan.
Al menos para nosotros lo fue. Es literalmente mágico presenciar cómo la gente cree que preguntando a su interior, dando vueltas a la cruz y bañándose en el agua que brota de la roca, se quitan ‘cosas malas’ como enfermedades, malos sentimientos o buena suerte.
Aquí hablamos con Andrés Medina, que lleva más de 50 años acogiendo gente en la zona y ha explicado una y otra vez su simbolismo a principiantes como nosotros que desconocemos la profundidad de este lugar histórico de gran valor cultural en la región. Si no lo cree, detenerse en este destino y ver los movimientos de sus protagonistas le hará creer en la pureza de sus gentes.
Después de bañarnos en religión y fe, visitamos la presa de Sabaneta, situada a unos 30 km al norte de la ciudad de San Juan de la Maguana. Este ha sido un símbolo de la provincia de San Juan durante muchos años. Visitar la zona y parar en la presa para hacer fotos con el impresionante telón de fondo del río y las montañas era una parada importante del recorrido. Lo hicimos y disfrutamos del aire puro, de la tranquilidad de la comunidad y del nombre ‘La Playita’, que hace referencia a la desembocadura del lago represado.
Entre el ‘punto medio de la presa’ (puente) y ‘La Playita’ hay una cueva terrorífica. Esto es para los curiosos, aficionados al terror o ‘locos’ como nosotros, que pueden entrar en la parte más profunda de la cueva y verlo todo con sus propios ojos. Alimentos degradados, restos de velas, botellas de plástico y cristal, una gran familia de murciélagos: lo que pudimos ver formaba parte de un espacio que, además de refugio de personas, un día se convirtió en escenario de un culto desconocido.
El sitio histórico tiene varias entradas, algunas de ellas menos lúgubres. Según los lugareños, en estas cuevas vivieron antaño indios taínos.
Al final del recorrido, los visitantes llegan a un lugar donde se supone que se quitan laquinha, mal de ojo, tinajas y amarras. Se trata de La Zulza, en el caserío de El Estrecho, La Jagua.
Para llegar a este destino, nos acompañó Marcos Ramírez. Marcos es un joven de esta comunidad que ha montado un proyecto llamado @ecoturismosanjuan y está trabajando en varias cosas para ayudar a los turistas a conocer los atractivos turísticos de la zona.
Cuando se dirija hacia La Jagua desde Sabaneta, gire a la derecha en la primera entrada marcada como ‘El Naranjo’.
Hay dos formas de llegar al lugar donde se unen las aguas termales y sulfurosas, dependiendo del vehículo. En nuestro caso, como no íbamos en un vehículo 4×4, tuvimos que dejar el coche en lo alto de la carretera y caminar durante 40 minutos.
Los que viajan a pie, como yo, tienen que entrar en el río desde nuestra casa en Altagracia y subir a pie por todo su cauce hasta llegar a su destino.
En nuestra experiencia, tuvimos la suerte de que un hombre muy amable de la comunidad nos llevara hasta la entrada en su burro.
Una visita en todoterreno le llevará hasta la última casa de la comunidad. También se puede bajar del vehículo donde hay árboles de mango y continuar el viaje río arriba. Esta ruta dura entre 15 y 20 minutos, dependiendo del caminante.
Es un camino fácil para los que están acostumbrados a caminar, pero puede resultar difícil para los que no lo están. Tras muchos cruces de ríos, colinas empinadas y zonas embarradas, llegamos a un hermoso lugar con el agua más turquesa que se pueda ver en la región. El sonido del agua corriente y el canto de los pájaros nos hacen olvidar el ajetreo, pero un olor muy característico nos despierta y nos mantiene conectados a nuestro destino.
En lugar de tener que pagar por bañarse en el agua del Indio para librarse de las «plagas», esta agua es un agua curativa con un importante contenido en azufre y entre sus beneficios destacan: estimula los vasos sanguíneos, mejora la permeabilidad, tiene propiedades antibacterianas, algunas antisépticas, antipépticas, expectorantes, anti alérgica y antiinflamatoria.
Para los más extremos, después de llegar a La Zurça, otro paseo de 30 minutos entre rocas y montañas conduce a una cascada. Este paraje no es apto para el público en general, ya que está inexplorado. La excursión requiere calzado cómodo para caminar, ropa deportiva, poco equipaje y el acompañamiento de una persona local. Esto se debe a que, cuando llueve, el río crece y existe el riesgo de quedarse varado al otro lado de la masa de agua.
Algunos destinos tardan más de cuatro horas en alcanzarse, así que hicimos esta ruta en dos días.