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Josep Renau y Pepe Calvo El diálogo artístico, y su poder

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Josep Renau (Valencia 1907 - Berlín Este 1982) fue uno de los grandes artistas españoles de mediados del siglo XX, diseñador, cartelista y fotomontajista. Activista muy político, apoyó con su obr.

Josep Renau (Valencia 1907 – Berlín Este 1982) fue uno de los grandes artistas españoles de mediados del siglo XX, diseñador, cartelista y fotomontajista. Activista muy político, apoyó con su obra a la República durante la Guerra Civil española y se exilió en México. El fotomontaje de Renau estuvo influido por la obra de dadaístas berlineses como Raoul Hausmann, Hanna Hecht y John Hartfield, y en los años de entreguerras posteriores a la década de 1930, cuando el nacionalsocialismo adquiría cada vez más poder y Alemania se encontraba en quiebra e inestable, el fotomontaje recurso perfecto para la crítica política directa y agresiva. Imágenes recortadas de periódicos y anuncios se cortaban, pegaban y superponían a modo de collage para crear obras de gran atractivo visual. Al igual que los dadaístas berlineses, Renau utilizó el fotomontaje como arma política y social, apropiándose de imágenes de los medios de comunicación, manipulándolas, acumulándolas y pegándolas entre sí. Esta exposición presenta una selección de la serie The American Way of Life, realizada en México y Berlín entre 1946 y 1976. Renau utiliza iconos de la sociedad estadounidense para analizar críticamente la deshumanización de la política liberal, el racismo y la lucha de clases. El imperialismo estadounidense, la Guerra Fría y la xenofobia están presentes en esta serie. La mujer como objeto sexual vinculado al dinero y al poder, como en Miss Beefsteaks y Just Married, de Chicago, y La novia (Pandora), de Hannah Hecht, y la burla de la institución matrimonial y de la condición de la mujer en ella, como representa Goya en La boda. Me gustaría hacer hincapié en las obras que se burlan de la institución del matrimonio y del estatus de la mujer en el mismo, como la representación de Goya en La boda. La capacidad de seducción del fotomontaje se basa en la utilización de imágenes conocidas a las que se puede dotar de todo tipo de contenido, ya sea político, como en el caso de Josep Renau, o íntimo, como en el caso de Pepe Calvo.

Comienza así un diálogo entre dos artistas con una extraordinaria capacidad para transformar imágenes y construir fascinantes narrativas sobre el papel. Pepe Calvo (Alicante, 1947) es un apasionado de la fotografía, el cine, la narrativa y el arte en general. Es un hombre culto y su producción visual y literaria está llena de imaginación. Influido por maestros como Helmut Newton, Richard Avedon, Les Krims o Duane Michaels, se inició en la fotografía analógica en los años setenta. De esta etapa inicial destaca la serie Mujeres de octubre, un mundo en blanco y negro ambientado en una casa burguesa habitada por enigmáticas mujeres. En este espacio de sensualidad y misterio, el sexo y la provocación cuentan una historia oscura e insondable. La profunda mirada de estas poderosas mujeres se ve acentuada por los contrastes de luces y sombras: en los años 80, abandonó la fotografía analógica en favor del fotomontaje, o fotocollage como lo llama Pepe. La cámara fue sustituida por tijeras, imágenes impresas y pegamento, abriendo así un universo de posibilidades y produciendo algunas obras asombrosas. Fue en esta época cuando conocí la obra de Josep Renau, abanderado del fotomontaje en España. La expresión resultante de esta técnica es el medio perfecto para el desarrollo de sus objetivos creativos. Alejado de los aspectos políticos de Renau y los dadaístas, sus primeros fotocollages se acercan a la estética de Richard Hamilton. La obra de Pepe es una mezcla de dos cosas: la fascinación por el sexo y la arquitectura, el culto al cuerpo, el diseño y el cine. Sin embargo, la obra de Pepe va más allá de la imaginería pop. Hay un matiz surrealista en su obra, como si hubiera algo oculto en el papel recortado, un secreto inaccesible. El plagio de imágenes le sirve para desarrollar sus propias obsesiones, revelar sus sueños y mostrar los rincones de su imaginación. Leyendas del cine clásico como Joan Crawford y artistas como Merret Oppenheim son mujeres de gran personalidad a las que rinde homenaje y que adquieren mayor atractivo en su laberinto visual. En muchos de los fotomontajes, nos sentimos como si hubiéramos entrado en una espiral de vértigo sin fin y nos seduce un espacio enigmático similar a los ojos de Kim Novak. Cada serie tiene una narrativa, al igual que cada película. Son historias atemporales en las que el pasado y el presente se entrelazan. El espectador desciende paso a paso a las profundidades de la mente de la artista, seducido por una serie de imágenes fascinantes. Se produce una especie de hipnosis de la que es difícil escapar. Sería injusto decir que estas obras sólo juegan con el suspense, pero también es importante señalar el sentido del humor que emana de temas como el sexo y el propio arte. La ironía está en los títulos, en los guiños de los personajes e incluso en la propia atmósfera inquietante y divertida. Los que tenemos el privilegio de conocer a Pepe podemos ver en su obra la esencia de Bonvivant: el exceso y el buen gusto, el amante del placer en todos los sentidos, la mirada traviesa y curiosa que despliega en su mundo imaginario.

Al llegar al final de este viaje, nos quedamos con una sorprendente mezcla de situaciones inconexas e imágenes fascinantes que reúnen a estos dos grandes artistas, lejos de los preceptos de la física, en una animada conversación que trasciende el tiempo.

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