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Lo que Estados Unidos hizo a las Chivas debería ser penalizado

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Los Ángeles: ¿cómo podemos cambiar la historia cuando traicionamos nuestra propia historia? Sí, porque lo que hizo EU fue casi sublime, pero al mismo tiempo lo que hizo Chivas fue innegablemente d.

Los Ángeles: ¿cómo podemos cambiar la historia cuando traicionamos nuestra propia historia? Sí, porque lo que hizo EU fue casi sublime, pero al mismo tiempo lo que hizo Chivas fue innegablemente deplorable.

Para los dolidos #LegionDeGonzalitos, para los #ChivaHermanos, más que el 4-0 debió ser la enconada miseria emocional, mental, espiritual, futbolística y profesional de los jugadores. No, no les llamen mercenarios. Incluso a ellos se les llama mercenarios porque incluso ellos preferirían morir antes que fracasar o ser indecisos.

¿Qué significa esto para los ocho empresarios, extraterrestres, ligueros, seres distantes y hasta originófobos de Chivas que estarán este sábado en el Estadio Azteca? Todos jugadores con sueldos muy altos y rendimientos muy bajos.

Irónicamente, sólo un americanista, Cantellano, Ramón Juárez, fue titular, pero el resto, extranjeros incluidos, entienden el compromiso de humillar al Guadalajara y la relevancia del Clásico Nacional mejor que el propio redil rojiblanco.

¿Acaso las «plumas» tienen sus «plumas» y los «pellejos» sus «pellejos»?

¡Jorge Vergara habría explotado de nuevo con «niños caguenges» si hubiera visto las quemas que tuvieron lugar el sábado por la noche! Y quizá alguien del cuartel general de Omnilife le habría contestado: «Dímelo tú».

El pomposo discurso de Veliko Paunovic, lazos rojos y negros y corazones guerreros, terminó en la tertulia. Hoy, Paunovic es un general sin ejército, sin garrote, sin comandante. Es un general en prácticas, un recluta con una banda de desertores.

Las palabras del difunto Chili Paunovic ya no son válidas. Cuando vas perdiendo 2-0 en el descanso del Clásico Nacional y no consigues que tu equipo se rebele, se amotine, se lama las heridas y se alimente de su propia sangre, como dirigente, como entrenador, como cordillero, puedes despotricar, pero no serás escuchado.

Y Estados Unidos tiene hambre de más. A la venganza. A la rabia del recuerdo. La derrota en semifinales. En Coapa, sangran pero están vivos.

Diego Valdés marcó dos golazos y Brian Rodríguez y Alejandro Zendejas redujeron el marcador, burlando la caótica defensa rojiblanca.

E insisto… ¿»Vocho» Guzmán? Paladín, un acto de heroísmo en Chivas. Contra Estados Unidos fue expulsado al término del partido para evitar jugar contra Atlas y desapareció. Desde entonces se convirtió en un fiambre más en la memoria de los tontos.

Conforme pasaban los minutos, el contraste crecía. Los estadounidenses se volvieron cada vez más codiciosos, alimentándose de la misma sangre que fluía de gol en gol, queriendo más y más. ¿Y las Chivas? Sólo reaccionaron por inercia. Fueron cómplices de su propia eutanasia.

Sí, las estériles alforjas hormonales de los jugadores de Chivas no estaban en condiciones para un milagro. Peor aún, no tenía ni una pizca de cordura o astucia y se dejó abierto a una emboscada tardía.

Lo que Estados Unidos le hizo a Chivas fue casi una pedofilia de fútbol y emoción. Jorge Vergara «¡Niños caguenges! Les escupió en la cara. Sí, pero multimillonario’, le respondían.

¿Cómo puedes traicionar tu propia historia y cambiarla, lubina? Sí, desnudo, desarmado, rendido, abnegado, y una vez enfrascado en la épica batalla del Clásico Nacional.

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