(ANSA) – Venecia, 6 de septiembre – La inmigración vista desde dentro, como los sueños de dos jóvenes que huyen de su Senegal natal hacia Italia, y Europa, la «tierra de los juguetes».
La nueva película de Matteo Garrone, Io Capitano («Yo capitán», NDR), en competición en el Festival Internacional de Cine de Venecia y en los cines a partir del jueves, no sólo figura en el palmarés de este año, sino que también tiene un tema de gran actualidad y una valiente Rodada en lengua original, cuenta con dos protagonistas auténticos.
Son Seydou y Moussa (Seydou Saal y Mustafa Faure), dos menores que, llevando una vida totalmente digna, abandonan Dakar y a sus respectivas familias para irse al viejo continente. En definitiva, no huyen de la guerra civil que anima su país, sino que son dos adolescentes que, como muchos otros jóvenes, tienen un gran deseo de ver mundo y hacerse famosos como raperos, algo que Garone nunca muestra.
Este es su sueño. Pero cuando parten hacia Libia, es allí donde comienza la verdadera guerra.
Mientras tanto, no son más que dos cuerpos que han pagado sus billetes, en una furgoneta donde el desierto se extiende y nadie presta atención si alguien cae dentro. Luego está el horror de los centros de detención libios, donde son recibidos con gritos de «¿estás en Libia, tienes dinero o vas a ir a la cárcel?», con las correspondientes torturas.
Los contrabandistas libios piden a Seydoux que sea el capitán de una de las muchas barcazas que se dirigen a Europa. Afirma que ni siquiera sabe nadar, pero más tarde se le ve en la cubierta de un barco lleno de emigrantes afirmando con orgullo que él es el capitán de este barco lleno de gente desesperada. Si la película de Garone es formalmente bella y llena de realismo, más que de la magia por la que es conocido el director de Embalmer, no es en absoluto lo que parece si se mira más de cerca.
El retrato que hace la película de dos chicos de familias alegres y variopintas, que se las arreglan para salir adelante en diversos trabajos en su viaje a Europa, es una forma muy laxa de representar la migración innecesaria, que inevitablemente será juzgada políticamente. En Lido, Garone defiende la legítima libertad del artista para sorprender con respecto a esta elección.
La idea era que estos dos niños pasaran de una zona de confort a otra, como Pinocho en busca del país de los juguetes, o de una zona de confort a otra. Pero no se trata sólo de una bella película. Garrone sugiere que la experiencia de «Gomorra» fue una carga. Y volviendo a Pinocho, «Io Capitano» también cuenta con un grillo parlante si se mira con atención. Seydoux y Musa le consultaron antes de partir y les dijo: «No vayáis a Europa.
(ANSA)’.