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Bajo esa capucha hay sueños e ilusiones

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Las zapatillas con capucha, o "hoodies" como se las llama en la alta costura, no pretenden indicar modas pasajeras, sino proteger de la iluminación de las estrellas, que realmente "queman ferozmente".

Las zapatillas con capucha, o «hoodies» como se las llama en la alta costura, no pretenden indicar modas pasajeras, sino proteger de la iluminación de las estrellas, que realmente «queman ferozmente». Se trata de satisfacer las necesidades de los clientes en un tiempo récord, cumpliendo las normas de calidad y eficacia que se esperan de este tipo de servicio.

El repartidor, conocido en Dominica como «Los Muchachos del Mandao», tiene que cumplir una serie de condiciones descritas en la página web de la empresa de servicios.

Decidí explorar la ciudad para conocer de cerca a los jóvenes que esconden sus sueños y fantasías bajo el capó.

Michael de la Rosa, que paralelamente a este trabajo estudia ingeniería civil, habla despacio, como si no le importara llegar tarde con su pedido: «Llevo ocho meses trabajando en Pedidos Ya. Gano un par de miles de pesos todos los días y me siento honrado de poder mantener a mi familia», confesó.

Vea también: Adolescente muere tras enfrentarse con colega en centro Konani de Santiago.

Además, tiene que cargar su teléfono móvil con ‘paqueticos’ del dinero que gana cada día.

Cuando se les pregunta por su vestimenta, explican que tienen que cubrirse así para protegerse del sol. Porque si no, me da el sol’.

Porque los demás conductores piensan que no tienen derechos por el hecho de ir en moto».

Luis Rosario lleva tres semanas trabajando como repartidor, empezando a las 9 de la mañana y terminando a las 5 de la tarde.

Dice que gana unos 1.800 pesos diarios. Antes era empleado privado, pero ahora hago este trabajo y mantengo a mi mujer y a mi hijo con lo que gano».

Luis Manuel Villema es venezolano y vive en el país desde hace cuatro años. Gano entre 1.500 y 2.000 pesos al día, más propinas.

Desde la pandemia, se ha desarrollado un sistema de envío de alimentos, bienes y otros servicios suministrados por empresas creadas a tal efecto.

Desde la perspectiva de la antropóloga social Tahira Vargas, las personas que se han unido para prestar estos servicios conforman un perfil muy diverso. Hay jóvenes que se unen a estos servicios porque pertenecen a los estratos más pobres de la sociedad, viven en barrios pobres y no tienen otra fuente de ingresos», afirma.

Del mismo modo, los antropólogos sociales afirman que los jóvenes rurales y campesinos que emigran a ciudades como Santo Domingo y Santiago en busca de opciones de ingresos también conforman este vasto mundo del ‘delivery’.

‘A veces aceptan este trabajo porque creen que pueden estudiar. Pero como los horarios no son laborales, son muy largos -desde el turno de la mañana hasta la madrugada- y es muy difícil realizar otras actividades’, dice Vargas.

En este contexto, señala que lo mismo ocurre con las entregas de las tiendas de comestibles, llegando a causar frustración porque su deseo era llegar a estas ciudades para estudiar o trabajar.

Según Tahira, entre estas personas hay haitianos, venezolanos, colombianos y otros migrantes, que aceptan estos trabajos para sobrevivir. ‘Los migrantes llevan una pesada carga sobre sus hombros, y además es un trabajo sin otras exigencias, ya que es un trabajo que no necesariamente les exige documentación debido a su empleo informal’.

En su opinión, en el caso de los trabajadores dominicanos, también es un trabajo sin seguridad laboral. No sólo no hay condiciones salariales justas para realizar este tipo de trabajo, sino que tampoco hay garantía de salud, seguridad social y todos los derechos laborales que tienen las personas que viven en el país. Esta falta de oportunidades es lo que provoca que esta forma de trabajo sea temporal.

Otro problema del servicio de mensajería es la conducción temeraria de los conductores de mensajería en la carretera. El problema es que creen que funcionan en todas partes, y conducen de forma extremadamente peligrosa e incluso suicida, poniendo en peligro su propia vida y la de los demás.

Los accidentes de tráfico son una de las principales causas de muerte en este país, y las personas que circulan en moto son las que corren mayor riesgo.

Esto no sólo les ocurre a los motoristas, sino también a quienes conducen automóviles.

Los repartidores, o «muchachos del mandao», trabajan bajo una gran presión desde el momento en que salen de la oficina con un pedido que debe entregarse en un plazo limitado.

Es importante que tanto el cliente como la empresa entiendan que, como viajan en coche, se espera que lleguen antes.

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