El futuro de la humanidad y la inteligencia racional y espiritual
Jacques Maritain creía que era un error intentar llegar a Dios a través del desarrollo espiritual e intelectual. Las religiones y disciplinas orientales proponen alcanzar el nirvana a través de una vida de meditación en la que la mente humana sintonice plenamente con el «yo universal».
El intelecto racional, y su producto, el conocimiento científico, se trata con los mismos modelos interpretativos y operativos que las artes.
La realidad espiritual y anímica es mucho más compleja que la física cuántica y sus derivados. Debido a su inmensa complejidad, los esquemas y modelos reductivos y simplistas (conceptos, indicadores), normalmente asociados a los culturales, no funcionan.
Leer ‘Inteligencia racional y espiritual, y la supervivencia de la humanidad’.
La cultura y sus componentes son patrones y guías para todos los miembros de la sociedad en cuestión, desde el sabio hasta el niño.
La visión o modelo cristiano de la realidad material y espiritual es quizá el más coherente y también el más económico y práctico. El cristianismo también reduce la evolución espiritual, es decir, la reencarnación o evolución espiritual, a un simple y único salto dialéctico (de gusano a mariposa), a la conversión o transformación espiritual mediante la aceptación voluntaria a través de un afecto puro e intenso, como el de los verdaderos amantes (según los poetas).
Los cristianos eligen la divinidad a través del amor, los budistas evolucionan a través del intelecto. Cristo propone un salto dialéctico a través del amor, el poder de la voluntad liberada de las ataduras materiales. Dignificada y potenciada, la voluntad es la fuerza más poderosa del universo, uniéndose a Dios, cuya esencia y sustancia es el amor.
Que comprendan los que quieran comprender. Pues la voluntad no es la razón ni el intelecto, sino la voluntad, el poder que mueve todas las cosas. La divinidad, el mayor poder de todos, es la unión del intelecto y la voluntad.
O. S. Marden y los que idealizaron sólo la voluntad fracasaron. Les faltó amor.
La ciencia y la tecnología no producen nada sin voluntad. Sin amor, la humanidad se encamina hacia la autodestrucción, la deshumanización y la robotización.
La Oferta Final de Yahvé es simple y clara. No hay destino con el que jugar, ni karma evolutivo, ni fenómenos sobrenaturales. Hasta un niño puede discernirla. La oferta de Cristo: la más bella, romántica y la única que puede salvarnos del odio y del desastre».